11/11/2016, 21:42
Kōri salió de la habitación tras la negativa de ambos chicos. Fue entonces cuando Daruu se volvió hacia Ayame:
—¿Sabes qué? —le dijo—. Te quiero. No importa que tengamos que llevarlo con discrección, para mí no es nada malo. Somos shinobis al fin y al cabo, ¿no? La discrección es nuestra especialidad.
El color había vuelto a teñir las pálidas mejillas de Ayame, pero no tardó en corresponder a la carcajada de Daruu con una risilla.
—Estoy muy contento. Admiro a tu hermano, es un ninja muy guay. ¡Seguro que nos volvermos super fuertes a su lado!
—Kōri es muy bueno —correspondió, con una suave sonrisa. No en vano la había cuidado desde que era solo una niña, sacrificando tanto por ello mientras su padre estaba sumido en aquella terrible depresión por la pérdida de su mujer. Para Ayame, Kōri era mucho más que un simple hermano mayor. Era todo un ejemplo a seguir, le admiraba profundamente, y al mismo tiempo se sentía incapaz de agradecerle todo lo que había hecho por ella—. Estoy deseando ver cómo nos desempeñamos como equipo. Va a ser divertido.
Y, como si le hubiera leído el pensamiento, Daruu se reincorporó de la cama y le ofreció una mano.
—Bueno... Me hubiera gustado invitarte a pasear en otro sitio más romántico, pero si no nos recuperamos cuanto antes no podremos ir a hacer esa misión... Ya nos han dicho que tenemos que caminar. ¿Vamos?
Ayame volvió a sonrojarse, pero no dudó a la hora de tomar su mano. Daruu podría afirmar que aquel no era un sitio lo suficientemente romántico para una de sus primeras citas, pero lo cierto era que Ayame sentía que cualquier lugar estaría perfecto si estaba con él...
—Vamos —aceptó, con una renovada sonrisa y se reincorporó tambaleante. Sentía los músculos de las piernas tan agarrotados que se le escapó un ligero quejido cuando consiguió levantarse al fin. Sin embargo, no permitió que aquello marchitara su entusiasmo—. Me pregunto cómo serán esas misiones de rango C...
Así, juntos y cogidos de la mano, comenzaron su paseo por el hospital de Amegakure. Les esperaban largos días encerrados entre aquellas cuatro paredes pintadas de inmaculado blanco, y más de una vez a Ayame se le pasó por la cabeza escaparse por la ventana. Pero siempre se le pasaban las ganas cuando veía que Daruu estaba junto a ella...
Y cuando recordaba que Zetsuo la devolvería allí de una patada en cuanto pusiera un pie en casa.
Fin del post.
—¿Sabes qué? —le dijo—. Te quiero. No importa que tengamos que llevarlo con discrección, para mí no es nada malo. Somos shinobis al fin y al cabo, ¿no? La discrección es nuestra especialidad.
El color había vuelto a teñir las pálidas mejillas de Ayame, pero no tardó en corresponder a la carcajada de Daruu con una risilla.
—Estoy muy contento. Admiro a tu hermano, es un ninja muy guay. ¡Seguro que nos volvermos super fuertes a su lado!
—Kōri es muy bueno —correspondió, con una suave sonrisa. No en vano la había cuidado desde que era solo una niña, sacrificando tanto por ello mientras su padre estaba sumido en aquella terrible depresión por la pérdida de su mujer. Para Ayame, Kōri era mucho más que un simple hermano mayor. Era todo un ejemplo a seguir, le admiraba profundamente, y al mismo tiempo se sentía incapaz de agradecerle todo lo que había hecho por ella—. Estoy deseando ver cómo nos desempeñamos como equipo. Va a ser divertido.
Y, como si le hubiera leído el pensamiento, Daruu se reincorporó de la cama y le ofreció una mano.
—Bueno... Me hubiera gustado invitarte a pasear en otro sitio más romántico, pero si no nos recuperamos cuanto antes no podremos ir a hacer esa misión... Ya nos han dicho que tenemos que caminar. ¿Vamos?
Ayame volvió a sonrojarse, pero no dudó a la hora de tomar su mano. Daruu podría afirmar que aquel no era un sitio lo suficientemente romántico para una de sus primeras citas, pero lo cierto era que Ayame sentía que cualquier lugar estaría perfecto si estaba con él...
—Vamos —aceptó, con una renovada sonrisa y se reincorporó tambaleante. Sentía los músculos de las piernas tan agarrotados que se le escapó un ligero quejido cuando consiguió levantarse al fin. Sin embargo, no permitió que aquello marchitara su entusiasmo—. Me pregunto cómo serán esas misiones de rango C...
Así, juntos y cogidos de la mano, comenzaron su paseo por el hospital de Amegakure. Les esperaban largos días encerrados entre aquellas cuatro paredes pintadas de inmaculado blanco, y más de una vez a Ayame se le pasó por la cabeza escaparse por la ventana. Pero siempre se le pasaban las ganas cuando veía que Daruu estaba junto a ella...
Y cuando recordaba que Zetsuo la devolvería allí de una patada en cuanto pusiera un pie en casa.
Fin del post.