31/05/2015, 15:53
Mientras esperaba un sermón por parte de su sensei, esta se encontraba completamente concentrada en el combate.
No era para menos, la cosa estaba interesante. Juro se había enfocado en utilizar una estrategia ofensiva, seguramente era lo más lógico teniendo en cuenta que a Nabi aun le debía de faltar el aire, y que su capacidad para maniobrar estaría limitada. Por otro lado el chico rubio opto por ponerse a la defensiva, juntando sus brazos para formar una especie de escudo que cubría desde la parte alta del estomago hasta el centro del pecho. Sin embargo esa era una posición bastante precaria, ya que no le permitía atacar, lo único que estaba a su alcance era lanzar unas cuantas patadas de ancianita hacia las piernas del pelo negro, pero este hubiese podido mandarle hacia atrás con solo darle una patada dirigida al pecho.
Luego de que la pelea comenzara Shiori se digno a hablarle a Kazuma, pero no fue para montarle la bronca que él estaba esperando. Fue algo completamente ajeno a eso. De repente y de la nada, la Kureji le tendió la mano y en su palma había un estrella ninja, con aquello a la vista procedió a darle una orden al Ishimura, una orden que estaba cargada con un nivel de autoridad que el chico solo había escuchado por parte de su maestro. Ese tipo de tono que te hace pensar que no puedes negarte de ninguna manera.
Las indicaciones eran simples, debía tomar el arma y arrojársela a Nabi mientras estuviera combatiendo. El lugar donde golpearía y el momento en que se lanzaría, lo dejo a decisión del joven de piel morena.
Sin dudar un instante tomo el objeto de la palma de su sensei, y lo hacía lentamente mientras le dirigía una mirada, una intensa mirada con aquellos ojos de un gris profundo. Pero contrario a lo que se pudiera pensar, la mirada no era de miedo, duda o desprecio. En lugar de eso solo se podía percibir una fuerte curiosidad.
Kazuma se tomo su tiempo y camino un poco alrededor del circulo. Todo mientras iba contando para poder sincronizarse con los embates de ambos combatientes, luego de un rato de mirar de ajustar su posición, decidió que era el momento de atacar a su compañero. Extrañamente en aquella situación no tenía ningún conflicto moral, después de todo, las órdenes de la jonin era absolutamente claras.
Se coloco en posición sujeto firmemente el arma y procedió a arrojarla.
En aquella situación, la sensei debía de estar cociente que entre los de su generación de graduados, el peliblanco era el que mayor puntería tenia. Tanto así que podía darle al ojo de Nabi si hiciera falta, tenía tan buen dominio que podía trazar parábolas complicadas con sus armas arrojadizas.
Seguramente el chico rubio debió de notar un destello, seguido de una figura con puntas giratorias en su visión periférica. Para sus inexpertos ojos debió parecer que el arma estaba destinada a su sien, sin embargo, grande seria su sorpresa cuando esta se desviara haciendo una curva hacia abajo, y terminara clavándose en el suelo, justo entre ambos pies.
Todo eso mientras el ojos grises sonreía, y mientras se guardaba el shuriken que su sensei le había dado. Ya que entre tantas vueltas y cambios de posiciones, cambio el arma que le habían asignado, por una de las propias.
No era para menos, la cosa estaba interesante. Juro se había enfocado en utilizar una estrategia ofensiva, seguramente era lo más lógico teniendo en cuenta que a Nabi aun le debía de faltar el aire, y que su capacidad para maniobrar estaría limitada. Por otro lado el chico rubio opto por ponerse a la defensiva, juntando sus brazos para formar una especie de escudo que cubría desde la parte alta del estomago hasta el centro del pecho. Sin embargo esa era una posición bastante precaria, ya que no le permitía atacar, lo único que estaba a su alcance era lanzar unas cuantas patadas de ancianita hacia las piernas del pelo negro, pero este hubiese podido mandarle hacia atrás con solo darle una patada dirigida al pecho.
Luego de que la pelea comenzara Shiori se digno a hablarle a Kazuma, pero no fue para montarle la bronca que él estaba esperando. Fue algo completamente ajeno a eso. De repente y de la nada, la Kureji le tendió la mano y en su palma había un estrella ninja, con aquello a la vista procedió a darle una orden al Ishimura, una orden que estaba cargada con un nivel de autoridad que el chico solo había escuchado por parte de su maestro. Ese tipo de tono que te hace pensar que no puedes negarte de ninguna manera.
Las indicaciones eran simples, debía tomar el arma y arrojársela a Nabi mientras estuviera combatiendo. El lugar donde golpearía y el momento en que se lanzaría, lo dejo a decisión del joven de piel morena.
Sin dudar un instante tomo el objeto de la palma de su sensei, y lo hacía lentamente mientras le dirigía una mirada, una intensa mirada con aquellos ojos de un gris profundo. Pero contrario a lo que se pudiera pensar, la mirada no era de miedo, duda o desprecio. En lugar de eso solo se podía percibir una fuerte curiosidad.
Kazuma se tomo su tiempo y camino un poco alrededor del circulo. Todo mientras iba contando para poder sincronizarse con los embates de ambos combatientes, luego de un rato de mirar de ajustar su posición, decidió que era el momento de atacar a su compañero. Extrañamente en aquella situación no tenía ningún conflicto moral, después de todo, las órdenes de la jonin era absolutamente claras.
Se coloco en posición sujeto firmemente el arma y procedió a arrojarla.
En aquella situación, la sensei debía de estar cociente que entre los de su generación de graduados, el peliblanco era el que mayor puntería tenia. Tanto así que podía darle al ojo de Nabi si hiciera falta, tenía tan buen dominio que podía trazar parábolas complicadas con sus armas arrojadizas.
Seguramente el chico rubio debió de notar un destello, seguido de una figura con puntas giratorias en su visión periférica. Para sus inexpertos ojos debió parecer que el arma estaba destinada a su sien, sin embargo, grande seria su sorpresa cuando esta se desviara haciendo una curva hacia abajo, y terminara clavándose en el suelo, justo entre ambos pies.
Todo eso mientras el ojos grises sonreía, y mientras se guardaba el shuriken que su sensei le había dado. Ya que entre tantas vueltas y cambios de posiciones, cambio el arma que le habían asignado, por una de las propias.