1/06/2015, 17:22
Pasado su turno de presentación, era el de sus compañeros. Daruu miró intermitentemente a uno y a otro mientras se frotaba los brazos para entrar en calor. «En serio, podría bajar un poco el nivel de esa habilidad, ¿no? Hace frío...», pensó, observando de nuevo a su nuevo sensei.
Como era de esperar, el estrafalario Reiji se presentó antes que la tímida Ayame. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Daruu cuando terminó de escuchar la intervención. Por mucho que intentara insistir en que se trataba de alguien normal, estaba seguro de que todos los presentes habían escuchado que temía volverse loco por falta de alimento. Si sólo se podía alimentar de sangre, ¿qué ocurriría durante un viaje largo si no encontraban qué comer? Parecía necesitar bastante cantidad. «Podría ser peligroso... Es simpático y compartimos aficiones, pero...»
Tal y como había hecho cuando había terminado su intervención, Kori apuntó un par de cosas sobre Reiji y observó a Ayame con ojos interrogantes. Había llegado su turno. La debía conocer mejor que a ningún otro, por algo era su hermana, pero Daruu entendió que quería equipararla al resto sometiéndola a las mismas preguntas y a las mismas pruebas.
Con la voz entrecortada, Ayame fue dando datos sobre sí misma. Su familia fue la que la introdujo en el mundo ninja. Así que se trataba de algo como lo suyo, aunque sospechaba que en su familia nadie se dedicaba a la cocina. Mencionó que debido a su condición aceleró que le dejaran participar en entrenamientos. «¿Condición? ¿Qué condi...?»
Se acababa de dar cuenta, y se sintió como un estúpido.
«¡¡Es la jinchuuriki del Gobi!! ¡La guardiana de la bestia!»
Los jinchuuriki, los guardianes que impedían que las bestias escaparan y destruyeran el mundo, eran muy respetados en su cultura. Conocía el nombre desde hacía mucho tiempo, incluso sabía que Kori era su hermano, y sin embargo... Se había sentido tan agusto con ella, la había visto tan normal que la percepción idealizada que tenía sobre quién debía ser el guardian no le había dejado acordarse en aquellos pocos días que se habían conocido. «Es tan... tímida, de aspecto tan frágil... Es... Normal». Al fin y al cabo, nunca se le había pasado por la cabeza que la jinchuuriki era una persona de su edad.
Curiosamente, después de anunciar sus miedos, la muchacha dijo que su mayor aspiración es que la reconocieran por quién era como ninja, como persona, no como jinchuuriki. Sonrió.
«Es muy tímida, pero esa actitud... Me gusta».
Permaneció callado durante el diálogo entre hermanos que sucedió a sus tres presentaciones. Sin embargo, Kori anunció algo que lo hizo levantarse, indignado, y poner el pie encima de la mesa, señalándole.
—¿¡Qué!? ¡Los tres hemos aprobado un examen de acceso, no es justo!
Como era de esperar, el estrafalario Reiji se presentó antes que la tímida Ayame. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Daruu cuando terminó de escuchar la intervención. Por mucho que intentara insistir en que se trataba de alguien normal, estaba seguro de que todos los presentes habían escuchado que temía volverse loco por falta de alimento. Si sólo se podía alimentar de sangre, ¿qué ocurriría durante un viaje largo si no encontraban qué comer? Parecía necesitar bastante cantidad. «Podría ser peligroso... Es simpático y compartimos aficiones, pero...»
Tal y como había hecho cuando había terminado su intervención, Kori apuntó un par de cosas sobre Reiji y observó a Ayame con ojos interrogantes. Había llegado su turno. La debía conocer mejor que a ningún otro, por algo era su hermana, pero Daruu entendió que quería equipararla al resto sometiéndola a las mismas preguntas y a las mismas pruebas.
Con la voz entrecortada, Ayame fue dando datos sobre sí misma. Su familia fue la que la introdujo en el mundo ninja. Así que se trataba de algo como lo suyo, aunque sospechaba que en su familia nadie se dedicaba a la cocina. Mencionó que debido a su condición aceleró que le dejaran participar en entrenamientos. «¿Condición? ¿Qué condi...?»
Se acababa de dar cuenta, y se sintió como un estúpido.
«¡¡Es la jinchuuriki del Gobi!! ¡La guardiana de la bestia!»
Los jinchuuriki, los guardianes que impedían que las bestias escaparan y destruyeran el mundo, eran muy respetados en su cultura. Conocía el nombre desde hacía mucho tiempo, incluso sabía que Kori era su hermano, y sin embargo... Se había sentido tan agusto con ella, la había visto tan normal que la percepción idealizada que tenía sobre quién debía ser el guardian no le había dejado acordarse en aquellos pocos días que se habían conocido. «Es tan... tímida, de aspecto tan frágil... Es... Normal». Al fin y al cabo, nunca se le había pasado por la cabeza que la jinchuuriki era una persona de su edad.
Curiosamente, después de anunciar sus miedos, la muchacha dijo que su mayor aspiración es que la reconocieran por quién era como ninja, como persona, no como jinchuuriki. Sonrió.
«Es muy tímida, pero esa actitud... Me gusta».
Permaneció callado durante el diálogo entre hermanos que sucedió a sus tres presentaciones. Sin embargo, Kori anunció algo que lo hizo levantarse, indignado, y poner el pie encima de la mesa, señalándole.
—¿¡Qué!? ¡Los tres hemos aprobado un examen de acceso, no es justo!