10/12/2016, 20:32
—Un sitio caliente... —repitió Mogura, con gesto meditativo, y Ayame volvió a estremecerse bajo el frío abrazo de la lluvia.
Nunca le había molestado, de hecho, pero no recordaba haber estado tan empapada en una noche de invierno. De todas las tonterías que había hecho durante su corta vida, aquella podía ser una de las peores. Sería un auténtico milagro si no pillaba tres neumonías diferentes. Por eso tenía que darse prisa y encontrar un sitio caliente donde poder secarse antes de volver a casa.
«¿Qué será peor: la neumonía o la ira de papá si me ve así?» No pudo evitar preguntarse. Y algo dentro de ella no quiso conocer la respuesta a esa pregunta.
—Si, me parece. No soy muy fanático de morir de hipotermia tampoco... ¿Te apetece ir a comer algo? —añadió Mogura al tiempo que abría su paraguas y volvía a refugiarse bajo él, un gesto inútil considerando que ya estaba empapado de los pies a la cabeza, y Ayame asintió con vehemencia.
—¡Sí! ¿Conoces algún lugar cercano? —Casi le suplicó.
Nunca le había molestado, de hecho, pero no recordaba haber estado tan empapada en una noche de invierno. De todas las tonterías que había hecho durante su corta vida, aquella podía ser una de las peores. Sería un auténtico milagro si no pillaba tres neumonías diferentes. Por eso tenía que darse prisa y encontrar un sitio caliente donde poder secarse antes de volver a casa.
«¿Qué será peor: la neumonía o la ira de papá si me ve así?» No pudo evitar preguntarse. Y algo dentro de ella no quiso conocer la respuesta a esa pregunta.
—Si, me parece. No soy muy fanático de morir de hipotermia tampoco... ¿Te apetece ir a comer algo? —añadió Mogura al tiempo que abría su paraguas y volvía a refugiarse bajo él, un gesto inútil considerando que ya estaba empapado de los pies a la cabeza, y Ayame asintió con vehemencia.
—¡Sí! ¿Conoces algún lugar cercano? —Casi le suplicó.