13/12/2016, 21:22
Kori sacudió la cabeza.
—No, Daruu-kun. En ningún momento he tenido la intención de socializar con esta gente —contestó. Ayame dejó escapar un suspiro de alivio. Al parecer había pensado lo mismo que él—. Me refería a nosotros tres —le señaló a él, luego a Ayame, luego a sí mismo.
A decir verdad, no se conocían demasiado. Incluso a Ayame, con la que había comenzado una... ¿relación? ¿aventura? Cada vez que pensaba en ello le resultaba más confuso. Pero era verdad: lo que les movía era un sentimiento que salía de dentro, pero lo cierto es que no sabían... nada, el uno del otro. Y tampoco de su hermano, salvo que tenía un problema de bollo-fagia muy grave.
—Pero... si tú y yo somos hermanos. Y hemos vivido al lado de Daruu-kun desde siempre —dijo Ayame.
Sí, desde siempre. Pero un hola y hasta luego por la mañana y por la tarde y al entrar y salir de clase no te hacía conocer a una persona.
Horrorizado, se dio cuenta de que hasta ahora no habían sido nada más que vecinos.
—Puede que tú y yo nos conozcamos más de lo que conocemos a Daruu-kun. Pero siempre queda algo en el tintero. Y estoy seguro de que estás sobreestimando tus conocimientos sobre tus allegados.
El camarero estampó tres platos de sopa sobre la mesa de forma tan súbita e inesperada que Daruu pegó un pequeño brinco, para luego marcharse sin decir ni una palabra. Daruu observó con desdén a aquella amalgama de cuerdas que aquél tipo debía de llamar fideos. Cogió sus palillos y comprobó la extraña textura del caldo. Se llevó un poco a la boca y...
...tuvo que hacer un esfuerzo para tragarlo.
—Entonces, ¿en qué consiste esta "socialización"? —preguntó Ayame.
—Qué os gusta... qué os disgusta... cuáles son vuestras perspectivas de futuro... Cosas como esas. Empieza, Daruu-kun.
La iniciativa le pilló un poco de sorpresa, de modo que lo primero que dijo, en voz baja pero sin pensarlo demasiado, fue esto:
—Hombre, ahora mismo pensar en algo que me disguste más que este ramen me parece complicado —tosió tras darse cuenta de que había pensado en voz alta, y continuó—: Estas cosas se me dan muy mal... Empecé a ser ninja porque creí que sería lo correcto y que sería lo que le habría gustado a mi padre... Luego estuve un tiempo pensando que quizás no era lo mío, y quizás tenga razón. Puede que no la tenga, porque es verdad que el Ninjutsu me fascina, y el último torneo... Bueno, al menos al principio.
Se le ensombreció un instante el rostro, pero sacudió la cabeza y siguió hablando.
—...el último torneo me hizo sentir bien. Midiendo mis fuerzas, y eso. Aunque practicar con compañeros no es lo mismo que enfrentarse a un enemigo. Así que supongo que... Pudiéndome dedicar a cualquier cosa, y viviendo en este mundo... Creo que defender los intereses de los míos es lo correcto. Sí, supongo que sí.
»Tengo un acuerdo con Seremaru, pero necesito convertirme en chunin. Aparte de eso y de vivir dignamente, no tengo otra aspiración. Me gusta la cocina y la pastelería, como a mi madre, por lo que podría dedicarme a seguir su negocio algún día si me canso de esto, o si me arrepiento. O fundar una pizzería.
—No, Daruu-kun. En ningún momento he tenido la intención de socializar con esta gente —contestó. Ayame dejó escapar un suspiro de alivio. Al parecer había pensado lo mismo que él—. Me refería a nosotros tres —le señaló a él, luego a Ayame, luego a sí mismo.
A decir verdad, no se conocían demasiado. Incluso a Ayame, con la que había comenzado una... ¿relación? ¿aventura? Cada vez que pensaba en ello le resultaba más confuso. Pero era verdad: lo que les movía era un sentimiento que salía de dentro, pero lo cierto es que no sabían... nada, el uno del otro. Y tampoco de su hermano, salvo que tenía un problema de bollo-fagia muy grave.
—Pero... si tú y yo somos hermanos. Y hemos vivido al lado de Daruu-kun desde siempre —dijo Ayame.
Sí, desde siempre. Pero un hola y hasta luego por la mañana y por la tarde y al entrar y salir de clase no te hacía conocer a una persona.
Horrorizado, se dio cuenta de que hasta ahora no habían sido nada más que vecinos.
—Puede que tú y yo nos conozcamos más de lo que conocemos a Daruu-kun. Pero siempre queda algo en el tintero. Y estoy seguro de que estás sobreestimando tus conocimientos sobre tus allegados.
El camarero estampó tres platos de sopa sobre la mesa de forma tan súbita e inesperada que Daruu pegó un pequeño brinco, para luego marcharse sin decir ni una palabra. Daruu observó con desdén a aquella amalgama de cuerdas que aquél tipo debía de llamar fideos. Cogió sus palillos y comprobó la extraña textura del caldo. Se llevó un poco a la boca y...
...tuvo que hacer un esfuerzo para tragarlo.
—Entonces, ¿en qué consiste esta "socialización"? —preguntó Ayame.
—Qué os gusta... qué os disgusta... cuáles son vuestras perspectivas de futuro... Cosas como esas. Empieza, Daruu-kun.
La iniciativa le pilló un poco de sorpresa, de modo que lo primero que dijo, en voz baja pero sin pensarlo demasiado, fue esto:
—Hombre, ahora mismo pensar en algo que me disguste más que este ramen me parece complicado —tosió tras darse cuenta de que había pensado en voz alta, y continuó—: Estas cosas se me dan muy mal... Empecé a ser ninja porque creí que sería lo correcto y que sería lo que le habría gustado a mi padre... Luego estuve un tiempo pensando que quizás no era lo mío, y quizás tenga razón. Puede que no la tenga, porque es verdad que el Ninjutsu me fascina, y el último torneo... Bueno, al menos al principio.
Se le ensombreció un instante el rostro, pero sacudió la cabeza y siguió hablando.
—...el último torneo me hizo sentir bien. Midiendo mis fuerzas, y eso. Aunque practicar con compañeros no es lo mismo que enfrentarse a un enemigo. Así que supongo que... Pudiéndome dedicar a cualquier cosa, y viviendo en este mundo... Creo que defender los intereses de los míos es lo correcto. Sí, supongo que sí.
»Tengo un acuerdo con Seremaru, pero necesito convertirme en chunin. Aparte de eso y de vivir dignamente, no tengo otra aspiración. Me gusta la cocina y la pastelería, como a mi madre, por lo que podría dedicarme a seguir su negocio algún día si me canso de esto, o si me arrepiento. O fundar una pizzería.