19/12/2016, 19:28
—Oh… —comprendió al fin Datsue, al ver la ausencia de lengua en la boca del anciano. Ahora entendía porque el camarero le había sugerido intentar hablar con Iwata—. Vaya…
No se le ocurría qué más podía decir en una situación como aquella.
Por suerte, el que hubiese sido un momento incómodo se vio roto en seguida por unos golpes en la puerta. Datsue giró la cabeza en el momento justo en que Uchiha Akame hacía acto de presencia, seguido del calvo de Amegakure.
—Datsue-kun —saludó Akame—. Veo que has estado haciendo... averiguaciones.
Datsue asintió, mientras desviaba la mirada hacia la mesa, donde el porro consumido por él todavía yacía en la superficie. Demasiado tarde para esconderlo. Se encogió de hombros. De nada servía preocuparse por algo que no podía cambiar.
—Es compañero mío, señor Iwata —añadió Datsue a la presentación de Akame—. Puede confiar en él, estamos en el mismo barco. —Al menos, en teoría…
Fue entonces cuando Akame debió darse cuenta de que allí se había fumado algo, pues arrugó la nariz y le miró con gesto ceñudo, como una madre haría ante la travesura del hijo de una amiga.
—No te preocupes por eso ahora —murmuró, cortando de raíz unas posibles protestas—. Acercaos, camaradas. Tengo información suculenta que compartir.
En cuanto Karamaru se unió a ellos, Datsue empezó a relatarles lo que momentos antes le había sucedido. No se ahorró detalle alguno, narrándoles la extraña visión que había sufrido mediante el porro —aunque se le olvidó contarles que uno era de su propiedad, además de que había intentado vendérselo al anciano—, y las tres preguntas de las que había obtenido respuestas por parte de Iwata. Finalmente, les reveló que el anciano no podía hablar.
—Puede que el alguacil no le dé importancia, pero está claro que algo pasa en la Finca Makoto —terminó por asegurar, desviando la mirada hacia el anciano. Hacia Iwata.
No se le ocurría qué más podía decir en una situación como aquella.
Por suerte, el que hubiese sido un momento incómodo se vio roto en seguida por unos golpes en la puerta. Datsue giró la cabeza en el momento justo en que Uchiha Akame hacía acto de presencia, seguido del calvo de Amegakure.
—Datsue-kun —saludó Akame—. Veo que has estado haciendo... averiguaciones.
Datsue asintió, mientras desviaba la mirada hacia la mesa, donde el porro consumido por él todavía yacía en la superficie. Demasiado tarde para esconderlo. Se encogió de hombros. De nada servía preocuparse por algo que no podía cambiar.
—Es compañero mío, señor Iwata —añadió Datsue a la presentación de Akame—. Puede confiar en él, estamos en el mismo barco. —Al menos, en teoría…
Fue entonces cuando Akame debió darse cuenta de que allí se había fumado algo, pues arrugó la nariz y le miró con gesto ceñudo, como una madre haría ante la travesura del hijo de una amiga.
—No te preocupes por eso ahora —murmuró, cortando de raíz unas posibles protestas—. Acercaos, camaradas. Tengo información suculenta que compartir.
En cuanto Karamaru se unió a ellos, Datsue empezó a relatarles lo que momentos antes le había sucedido. No se ahorró detalle alguno, narrándoles la extraña visión que había sufrido mediante el porro —aunque se le olvidó contarles que uno era de su propiedad, además de que había intentado vendérselo al anciano—, y las tres preguntas de las que había obtenido respuestas por parte de Iwata. Finalmente, les reveló que el anciano no podía hablar.
—Puede que el alguacil no le dé importancia, pero está claro que algo pasa en la Finca Makoto —terminó por asegurar, desviando la mirada hacia el anciano. Hacia Iwata.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado