19/12/2016, 20:12
(Última modificación: 19/12/2016, 20:15 por Amedama Daruu.)
El ambiente en el vagón se calentó a un ritmo muy acelerado. Por debajo de la mesa, Daruu mantenía un sello formulado, y estaba a punto de formular el siguiente cuando Kazuma empezó a levantarse y los acontecimientos dieron un giro.
—Descuida, puedo solucionar ese problema... —Acuchilló el espacio entre los dos y...
—Mokuton...
Un bloque sólido de madera creció de la propia mesa y se erigió entre los dos como un barrote de prisión. El objetivo era bloquear una posible ofensiva de la katana de aquél idiota.
Pero no hizo falta.
—Como puedes ver, Daruu-kun, los de Taki reconocemos la importancia de las relaciones diplomáticas en toda su amplitud. En la Cascada no tenemos más que buenas palabras para nuestros aliados.
—No hace falta que hagas tanto la pelota, sólo estaba preguntando porque se supone que es lo que tengo que hacer, pero agradezco que pongas algo de cordura, esto... ¿has dicho tu nombre antes? No creo recordarlo.
Seguramente el samurai aquél habría iniciado una masacre en el tren si el shinobi de Takigakure no hubiera intervenido.
De todas formas, Daruu se levantó.
—La comida estaba muy buena, al menos para haber sido cocinada a cientos de kilómetros por hora. ¿Qué os parece si volvemos a nuestros cómodos asientos? Según creo, estaba a punto de deleitaros con una interesante historia... ¿Te unes a nosotros, Daruu-kun?
—Vale, igual no tenía ganas de pelear. Prefiero relajarme y escuchar una buena historia.
Daruu se acercó al asiento que había estado ocupando con anterioridad y volvió a sentarse, tranquilo, en una esquina. Observó de soslayo al grupo.
—Me encantaría, pero la verdad, mientras tengáis al psicópata de la katana con vosotros, creo que paso —dijo—. ¿Kazuma, verdad? No tengo más datos pero me aseguraré de describirte en la aldea. A lo mejor les interesa tenerte en cuenta.
»Y, antes de que intentes hacer algo de lo que puedas arrepentirte, me extrañaría mucho ser el único ninja de Amegakure en este tren, o el único que pudiera, tal vez, dar noticias a la aldea.
—Descuida, puedo solucionar ese problema... —Acuchilló el espacio entre los dos y...
—Mokuton...
Un bloque sólido de madera creció de la propia mesa y se erigió entre los dos como un barrote de prisión. El objetivo era bloquear una posible ofensiva de la katana de aquél idiota.
Pero no hizo falta.
—Como puedes ver, Daruu-kun, los de Taki reconocemos la importancia de las relaciones diplomáticas en toda su amplitud. En la Cascada no tenemos más que buenas palabras para nuestros aliados.
—No hace falta que hagas tanto la pelota, sólo estaba preguntando porque se supone que es lo que tengo que hacer, pero agradezco que pongas algo de cordura, esto... ¿has dicho tu nombre antes? No creo recordarlo.
Seguramente el samurai aquél habría iniciado una masacre en el tren si el shinobi de Takigakure no hubiera intervenido.
De todas formas, Daruu se levantó.
—La comida estaba muy buena, al menos para haber sido cocinada a cientos de kilómetros por hora. ¿Qué os parece si volvemos a nuestros cómodos asientos? Según creo, estaba a punto de deleitaros con una interesante historia... ¿Te unes a nosotros, Daruu-kun?
—Vale, igual no tenía ganas de pelear. Prefiero relajarme y escuchar una buena historia.
Daruu se acercó al asiento que había estado ocupando con anterioridad y volvió a sentarse, tranquilo, en una esquina. Observó de soslayo al grupo.
—Me encantaría, pero la verdad, mientras tengáis al psicópata de la katana con vosotros, creo que paso —dijo—. ¿Kazuma, verdad? No tengo más datos pero me aseguraré de describirte en la aldea. A lo mejor les interesa tenerte en cuenta.
»Y, antes de que intentes hacer algo de lo que puedas arrepentirte, me extrañaría mucho ser el único ninja de Amegakure en este tren, o el único que pudiera, tal vez, dar noticias a la aldea.