21/12/2016, 16:32
Un nuevo silencio cayó pesado sobre ellos después de que Ayame terminara de hablar. Ella permanecía con la cabeza baja y las mejillas ardientes. ¿Habría dicho algo rematadamente estúpido para que todos callaran? Durante un instante deseó que alguien dijera algo, que alguien interviniera de alguna manera. Aunque fuera para reírse de ella. Pero nadie dijo palabra alguna, y Ayame comenzó a balancear de nuevo las piernas nerviosa.
Incapaz de mirar a Daruu directamente, dirigió una breve ojeada a su hermano. Para su sorpresa, estaba completamente enfrascado sorbiendo sus fideos, como si aquel ramen fuera lo más interesante que pudiera haber encontrado, y no parecía muy animado a hablar. Ayame frunció ligeramente el ceño.
—¿Y tú, Kōri...-sensei? —se atrevió a preguntar, aunque su voz sonó estrangulada por los nervios que atenazaban su garganta.
Él apartó la mirada de su plato y la alzó hacia ella. Tan frío y desangelado como siempre.
—¿Yo? —dijo, tras tragar. Se reincorporó en su posición y dejó los palillos a un lado del plato, pero aún se tomó varios segundos para responder—. Me gustan los bollitos de vainilla que cocina Kiroe-san.
«Apenas lo hemos notado...» Pensó Ayame, cargada de ironía.
—Detesto el calor por encima de todas las cosas. Y, ¿mis perspectivas de futuro? —Se encogió de hombros, tomó de nuevo los palillos y comenzó a enrollar varios fideos—. Seguir ejerciendo como shinobi. Nada más.
«Tampoco nos ha dicho nada realmente nuevo...» Ayame torció el gesto y miró de reojo a Daruu antes de volver a enfrascarse con su propia comida. Cuanto antes se la terminara, antes dejaría de sentir aquel pastoso sabor a todo menos a fideos...
Incapaz de mirar a Daruu directamente, dirigió una breve ojeada a su hermano. Para su sorpresa, estaba completamente enfrascado sorbiendo sus fideos, como si aquel ramen fuera lo más interesante que pudiera haber encontrado, y no parecía muy animado a hablar. Ayame frunció ligeramente el ceño.
—¿Y tú, Kōri...-sensei? —se atrevió a preguntar, aunque su voz sonó estrangulada por los nervios que atenazaban su garganta.
Él apartó la mirada de su plato y la alzó hacia ella. Tan frío y desangelado como siempre.
—¿Yo? —dijo, tras tragar. Se reincorporó en su posición y dejó los palillos a un lado del plato, pero aún se tomó varios segundos para responder—. Me gustan los bollitos de vainilla que cocina Kiroe-san.
«Apenas lo hemos notado...» Pensó Ayame, cargada de ironía.
—Detesto el calor por encima de todas las cosas. Y, ¿mis perspectivas de futuro? —Se encogió de hombros, tomó de nuevo los palillos y comenzó a enrollar varios fideos—. Seguir ejerciendo como shinobi. Nada más.
«Tampoco nos ha dicho nada realmente nuevo...» Ayame torció el gesto y miró de reojo a Daruu antes de volver a enfrascarse con su propia comida. Cuanto antes se la terminara, antes dejaría de sentir aquel pastoso sabor a todo menos a fideos...