23/12/2016, 19:08
Conforme la noche avanzaba parecía que la temperatura iba descendiendo aun más, esto era difícil de apreciar durante la cena familiar en la que todos se habían reunido en la mesa pero al terminarse la comida y llegada la hora de ir a la cama la necesidad de un cobertor extra era notoria.
Algo que le había quedado pendiente al joven médico de Amegakure era devolver el favor que se le había hecho aquella noche, si no fuese por la intervención de Sei, probablemente estaría evitando morir de frió en la estación de tren mas cercana a Minori. La oportunidad de quedar a mano con aquel amable hombre no se demoraría en llegar.
Durante la cena Mogura terminaría enterándose que el padre del sujeto que lo había hospedado estaba necesitando ayuda, no era nada urgente pero aquel día había hecho un viaje de un día para buscar un médico que le pudiese ayudar pero no había tenido mucho éxito. Una graciosa coincidencia del destino que justo la persona a la cual terminaría ayudando fuese un ninja médico.
La propuesta por parte del muchacho de cabello azabache fue bastante simple, ejercer como médico sustituto y ver en que podía ser de utilidad para el anciano Arima y de esa forma quedar a mano con el hombre de la casa. Solo restaba esperar a la mañana siguiente.
El nuevo día llegaría eventualmente, pero parecía que el frió no estaba mermando del todo, al asomarse por la ventana se podría apreciar que una capa de nieve habría cubierto el paisaje de Minori.
Espero que este clima no complique el horario de los trenes o no podré volver tan pronto a casa.
Comentó para luego alistarse, colocándose nuevamente su atuendo habitual y su confiable sobretodo. No estaba lloviendo aquel día pero si había nevado podría llegar a nevar nuevamente así que su paraguas estaría junto a él también.
Una vez alimentado su estomago con un desayuno preparado por la esposa de Sei, Mogura se dirigiría a las calles del lugar. Pisando la capa de nieve que se había formado llevaría sus pasos en dirección a la casa del abuelo Arima.
Vaya... que excéntrica casa...
Dijo al viento pues probablemente nadie lo escucharía. El tejado verdoso de la casa estaba ahora tambien decorado con una fina capa de nieve que hacía resaltar aún mas el rosa de los muros. El joven médico tenía la certeza de que estaba cerca pero no tenía idea de exactamente donde estaba la casa que estaba buscando, preguntar a los lugareños no sonaba una mala idea.
Si la gente de este lugar es la mitad de amable que Arima-san, seguro que me darán una mano.
Pensaba mientras se acercaba hasta la puerta de la peculiar casa y golpeaba un par de veces con sus nudillos.
Algo que le había quedado pendiente al joven médico de Amegakure era devolver el favor que se le había hecho aquella noche, si no fuese por la intervención de Sei, probablemente estaría evitando morir de frió en la estación de tren mas cercana a Minori. La oportunidad de quedar a mano con aquel amable hombre no se demoraría en llegar.
Durante la cena Mogura terminaría enterándose que el padre del sujeto que lo había hospedado estaba necesitando ayuda, no era nada urgente pero aquel día había hecho un viaje de un día para buscar un médico que le pudiese ayudar pero no había tenido mucho éxito. Una graciosa coincidencia del destino que justo la persona a la cual terminaría ayudando fuese un ninja médico.
La propuesta por parte del muchacho de cabello azabache fue bastante simple, ejercer como médico sustituto y ver en que podía ser de utilidad para el anciano Arima y de esa forma quedar a mano con el hombre de la casa. Solo restaba esperar a la mañana siguiente.
El nuevo día llegaría eventualmente, pero parecía que el frió no estaba mermando del todo, al asomarse por la ventana se podría apreciar que una capa de nieve habría cubierto el paisaje de Minori.
Espero que este clima no complique el horario de los trenes o no podré volver tan pronto a casa.
Comentó para luego alistarse, colocándose nuevamente su atuendo habitual y su confiable sobretodo. No estaba lloviendo aquel día pero si había nevado podría llegar a nevar nuevamente así que su paraguas estaría junto a él también.
Una vez alimentado su estomago con un desayuno preparado por la esposa de Sei, Mogura se dirigiría a las calles del lugar. Pisando la capa de nieve que se había formado llevaría sus pasos en dirección a la casa del abuelo Arima.
Vaya... que excéntrica casa...
Dijo al viento pues probablemente nadie lo escucharía. El tejado verdoso de la casa estaba ahora tambien decorado con una fina capa de nieve que hacía resaltar aún mas el rosa de los muros. El joven médico tenía la certeza de que estaba cerca pero no tenía idea de exactamente donde estaba la casa que estaba buscando, preguntar a los lugareños no sonaba una mala idea.
Si la gente de este lugar es la mitad de amable que Arima-san, seguro que me darán una mano.
Pensaba mientras se acercaba hasta la puerta de la peculiar casa y golpeaba un par de veces con sus nudillos.