7/01/2017, 17:32
La sala entera quedó en silencio cuando los tres gennin dieron un paso al frente. Akame casi podía sentir las miradas de los cortesanos, comerciantes y demás presentes clavándosele en la espalda. Pese a que conocía muchos relatos que se desarrollaban en las cortes de señores poderosos e influyentes, nunca le había parecido un terreno a envidiar. En aquellas historias, los protagonistas siempre se veían envueltos en alguna intriga cortesana, acosados por numerosos enemigos que desde las sombras utilizaban sus influencias para hacerles la vida imposible. «Prefiero al adversario que puedo derrotar con el poder de mis técnicas».
Yoshimitsu habló con la cortesía y pompa que exigía el protocolo, y Akame quedó bastante sorprendido de ver cómo de fluidamente se desenvolvía aquel ninja artista en semejante terreno. El señor Yamabushi los observó con sus ojos entrecerrados, sin decir palabra, hasta que Yoshimitsu hubo terminado. El silencio se hizo una vez más. Momentos después, el señor del castillo alzó la mano zurda, y con un gesto les indicó que podían retirarse.
Akame fue el primero en ejecutar una fina reverencia y dar varios pasos atrás para volver a integrarse entre el público. Él siempre había preferido estar lejos de los focos de atención. Una vez sus dos compañeros se hubieran retirado también, el Uchiha le dedicaría una mirada de aprobación a Yoshimitsu.
Lo que prosiguió luego fue una comitiva de personajes ilustres en aquellas tierras, todos engalanados con sus mejores ropas, ofreciendo palabras de lealtad y regalos a Kotaro Yamabushi. Un hombre enjuto y calvo le ofreció una remesa de preciosos jarrones de cerámica, todos exquisitamente decorados. Otro, más alto y fornido, le aseguró que encontraría en sus caballerizas al mejor corcel que hubiera pisado nunca el País del Fuego. Dos más le obsequiaron con varias botellas de vino que parecían costar un riñón. Varios militares entonaron dramáticos juramentos de alianza a la familia Yamabushi.
De repente un hombre irrumpió en la sala, sorteando al público hasta colocarse frente al señor del castillo. Era perseguido por los guardias, que en cuanto el tipo de detuvo, no dudaron en aprehenderlo con sus largas y afiladas naginatas.
—¡Kotaro Yamabushi-sama! ¡Apelo a vuestro honor! —gritó el hombre, que vestía ropajes andrajosos y muy sucios, propios de un prisionero—. Durante mi cautiverio he sufrido todo tipo de torturas y vejaciones. Ya he renunciado a escapar de vuestro castillo, por eso os pido que me concedáis la oportunidad de limpiar mi honor y poner fin a mi vida mediante seppukku, para así poder descansar junto a mis ancestros.
La sala estalló en susurros y rumores bajo la atenta mirada del señor. Éste se mantuvo impasible durante unos instantes, hasta que finalmente señaló con el dedo índice de su mano izquierda... A Datsue.
—Se te concederá lo que pides, prisionero, si vences en duelo a este shinobi.
El preso se volteó, y Akame pudo ver el sus ojos la dureza y veteranía de cien batallas libradas. El Uchiha dedicó una mirada a su compañero; no parecía que aquel tipo fuese un ladrón de cerdos, pero tal y como Yoshimitsu les había presentado, no tenían opción a declinar aquella petición. Akame conocía a Datsue razonablemente bien, y sabía que aceptar no estaría entre sus primeras opciones.
—Tienes que hacerlo, Datsue-kun. No podemos arriesgarnos a enfurecer al señor...
Yoshimitsu habló con la cortesía y pompa que exigía el protocolo, y Akame quedó bastante sorprendido de ver cómo de fluidamente se desenvolvía aquel ninja artista en semejante terreno. El señor Yamabushi los observó con sus ojos entrecerrados, sin decir palabra, hasta que Yoshimitsu hubo terminado. El silencio se hizo una vez más. Momentos después, el señor del castillo alzó la mano zurda, y con un gesto les indicó que podían retirarse.
Akame fue el primero en ejecutar una fina reverencia y dar varios pasos atrás para volver a integrarse entre el público. Él siempre había preferido estar lejos de los focos de atención. Una vez sus dos compañeros se hubieran retirado también, el Uchiha le dedicaría una mirada de aprobación a Yoshimitsu.
Lo que prosiguió luego fue una comitiva de personajes ilustres en aquellas tierras, todos engalanados con sus mejores ropas, ofreciendo palabras de lealtad y regalos a Kotaro Yamabushi. Un hombre enjuto y calvo le ofreció una remesa de preciosos jarrones de cerámica, todos exquisitamente decorados. Otro, más alto y fornido, le aseguró que encontraría en sus caballerizas al mejor corcel que hubiera pisado nunca el País del Fuego. Dos más le obsequiaron con varias botellas de vino que parecían costar un riñón. Varios militares entonaron dramáticos juramentos de alianza a la familia Yamabushi.
De repente un hombre irrumpió en la sala, sorteando al público hasta colocarse frente al señor del castillo. Era perseguido por los guardias, que en cuanto el tipo de detuvo, no dudaron en aprehenderlo con sus largas y afiladas naginatas.
—¡Kotaro Yamabushi-sama! ¡Apelo a vuestro honor! —gritó el hombre, que vestía ropajes andrajosos y muy sucios, propios de un prisionero—. Durante mi cautiverio he sufrido todo tipo de torturas y vejaciones. Ya he renunciado a escapar de vuestro castillo, por eso os pido que me concedáis la oportunidad de limpiar mi honor y poner fin a mi vida mediante seppukku, para así poder descansar junto a mis ancestros.
La sala estalló en susurros y rumores bajo la atenta mirada del señor. Éste se mantuvo impasible durante unos instantes, hasta que finalmente señaló con el dedo índice de su mano izquierda... A Datsue.
—Se te concederá lo que pides, prisionero, si vences en duelo a este shinobi.
El preso se volteó, y Akame pudo ver el sus ojos la dureza y veteranía de cien batallas libradas. El Uchiha dedicó una mirada a su compañero; no parecía que aquel tipo fuese un ladrón de cerdos, pero tal y como Yoshimitsu les había presentado, no tenían opción a declinar aquella petición. Akame conocía a Datsue razonablemente bien, y sabía que aceptar no estaría entre sus primeras opciones.
—Tienes que hacerlo, Datsue-kun. No podemos arriesgarnos a enfurecer al señor...