8/01/2017, 03:50
—Muchachos, aquí ha pasado algo.
—Eso parece… —no estaba muy seguro de como reaccionar ante algo que parecía tan intrascendente—. Pero no creo que sea nada importante. Deberíamos seguir a lo nuestro.
Antes de que siquiera pudiese caminar hasta su asiento, un señor de actitud beligerante se adentro en el vagón para dedicarle unas cuantas palabras.
—Disculpe, señor. Dada su actitud hace unos minutos, no nos queda más remedio que exigirle que abandone el tren en la estación más próxima. En caso de que usted desease continuar su viaje más adelante, deberá hacerlo a pie. En caso contrario llamaremos a los guardias. Y ahora, si me disculpa...
—Adelante, continúe con su labor, buen hombre —le apremió, con tono sereno y educado, al encargado en cuanto este se excusó para poder retirarse.
Le resultaba imposible molestarse con aquel señor, pese a lo osado de su amenaza. El sujeto solo estaba cumpliendo con su trabajo, un trabajo que, por el horario y por la gente con la que tenía que lidiar, no debía ser para nada fácil. Aunque aún le causaba cierto malestar las diferencias entre viajar a pie y utilizar un transporte público. «Por los caminos tradicionales puedes resolver tus conflictos con el grado de agresividad que te plazca, pero en el tren no puedes molestarte sin perturbar la armonía de los demás… Qué problemático, me siento como los ancianos que no se adaptan a los cambios.», pensó con cansancio.
—Está bien, no pasa nada —le aseguro a Akame, quien lo miraba como quien ve a alguien peligroso a quien le han hecho invitación a estallar—. Igual es un tren expreso y mi boleto solo cubre el viaje hasta la siguiente estación, así que no tengo problemas.
»Como sea; Imagino que todo lo que dices tiene que ver con el sujeto de carácter nervioso que estaba por aquí cuando llegamos, ¿no? —preguntó al Uchiha.
—Eso parece… —no estaba muy seguro de como reaccionar ante algo que parecía tan intrascendente—. Pero no creo que sea nada importante. Deberíamos seguir a lo nuestro.
Antes de que siquiera pudiese caminar hasta su asiento, un señor de actitud beligerante se adentro en el vagón para dedicarle unas cuantas palabras.
—Disculpe, señor. Dada su actitud hace unos minutos, no nos queda más remedio que exigirle que abandone el tren en la estación más próxima. En caso de que usted desease continuar su viaje más adelante, deberá hacerlo a pie. En caso contrario llamaremos a los guardias. Y ahora, si me disculpa...
—Adelante, continúe con su labor, buen hombre —le apremió, con tono sereno y educado, al encargado en cuanto este se excusó para poder retirarse.
Le resultaba imposible molestarse con aquel señor, pese a lo osado de su amenaza. El sujeto solo estaba cumpliendo con su trabajo, un trabajo que, por el horario y por la gente con la que tenía que lidiar, no debía ser para nada fácil. Aunque aún le causaba cierto malestar las diferencias entre viajar a pie y utilizar un transporte público. «Por los caminos tradicionales puedes resolver tus conflictos con el grado de agresividad que te plazca, pero en el tren no puedes molestarte sin perturbar la armonía de los demás… Qué problemático, me siento como los ancianos que no se adaptan a los cambios.», pensó con cansancio.
—Está bien, no pasa nada —le aseguro a Akame, quien lo miraba como quien ve a alguien peligroso a quien le han hecho invitación a estallar—. Igual es un tren expreso y mi boleto solo cubre el viaje hasta la siguiente estación, así que no tengo problemas.
»Como sea; Imagino que todo lo que dices tiene que ver con el sujeto de carácter nervioso que estaba por aquí cuando llegamos, ¿no? —preguntó al Uchiha.