8/01/2017, 19:43
A pesar de las pocas posibilidades de que alguien estuviese interesado en hacer un siniestro al carrito de la floristería, la Sarutobi lanzó un argumento bastante solido sobre la mesa, por el simple hecho de molestar. Visto de esa manera, nunca se sabía cuando podría haber un par de genin conspirando para incendiar alguna parte de la aldea, por un segundo el joven médico pensó en la posibilidad de esa realidad y sintió como un escalofríos le recorrió la espalda pero dio pocas chances de que eso se notara.
Llegado el momento del contacto visual con aquel sujeto extraño frente al carrito, sintió ese espacio en la conversación ideal para que la kunoichi dijera lo suyo, incluso el muchacho hizo un gesto en respuesta a un comentario que nunca existió, se encogió de hombros mirando a la peliblanca.
Cuando Katomi llamó la atención del caballero, este se giró quedando de frente a la pareja de genin. Al igual que la chica, el sujeto presumía una cabellera nívea, solo que esta se habría tornado de aquel color con la edad. Su rostro mostraba arrugas típicas de una persona de la tercera edad y sus ojos parecían estar apenas abiertos.
Oh, he sido descubierto en mitad de mi atraco.
Decía mientras en sus labios danzaba una pipa bastante elegante. Su voz lejos de sonar grave e intimidante dejaba notar un tono mas amistoso, como dejando en claro que estaba bromeando.
Efectivamente, señorita. Estaba buscando algo en su vehículo.
Siguió diciendo mientras tomaba la pipa con su mano libre y la elevaba por encima de su hombro para señalar el carro que tenía en ese instante a sus espaldas.
Verán, iba caminando tranquilamente hacía mi residencia y no pude evitar encontrarme con un carro detenido a mitad de la calle. Para mi sorpresa era de la floristería de Amegakure...
Tras decir eso y abriendo un espacio en sus palabras, ideal para sembrar la semilla de la curiosidad en la mente de los jóvenes, colocó nuevamente la pipa en su boca. Metió su mano dentro del abrigo y tomó algo de uno de los bolsillos interiores.
Floristería a la cual hice un encargo y esperaba recibirlo el día de hoy.
Explicaría finalmente haciendo bailar la pipa en su boca y dejando a la vista el recibo de una compra, claro que para esto tendrían que acercarse lo suficiente como para poder leerlo.
Llegado el momento del contacto visual con aquel sujeto extraño frente al carrito, sintió ese espacio en la conversación ideal para que la kunoichi dijera lo suyo, incluso el muchacho hizo un gesto en respuesta a un comentario que nunca existió, se encogió de hombros mirando a la peliblanca.
Cuando Katomi llamó la atención del caballero, este se giró quedando de frente a la pareja de genin. Al igual que la chica, el sujeto presumía una cabellera nívea, solo que esta se habría tornado de aquel color con la edad. Su rostro mostraba arrugas típicas de una persona de la tercera edad y sus ojos parecían estar apenas abiertos.
Oh, he sido descubierto en mitad de mi atraco.
Decía mientras en sus labios danzaba una pipa bastante elegante. Su voz lejos de sonar grave e intimidante dejaba notar un tono mas amistoso, como dejando en claro que estaba bromeando.
Efectivamente, señorita. Estaba buscando algo en su vehículo.
Siguió diciendo mientras tomaba la pipa con su mano libre y la elevaba por encima de su hombro para señalar el carro que tenía en ese instante a sus espaldas.
Verán, iba caminando tranquilamente hacía mi residencia y no pude evitar encontrarme con un carro detenido a mitad de la calle. Para mi sorpresa era de la floristería de Amegakure...
Tras decir eso y abriendo un espacio en sus palabras, ideal para sembrar la semilla de la curiosidad en la mente de los jóvenes, colocó nuevamente la pipa en su boca. Metió su mano dentro del abrigo y tomó algo de uno de los bolsillos interiores.
Floristería a la cual hice un encargo y esperaba recibirlo el día de hoy.
Explicaría finalmente haciendo bailar la pipa en su boca y dejando a la vista el recibo de una compra, claro que para esto tendrían que acercarse lo suficiente como para poder leerlo.