6/06/2015, 00:58
Luego de haber arrojado aquella arma hacia los pies de su compañero, Kazuma esperaba que la sensei estuviera satisfecha. Después de todo le había dicho que podía apuntar a donde quisiera pero, en ningún momento exigió que tenía que herirle, al menos esa era la lógica con la que pensaba él. Ya que por su mente cruzaban ideas como que era un orden con trampa, y que luego de que le pegara a Nabi con el shuriken, le dirían algo como “Te dije que se lo arrojaras, no que le pegaras”.
Sin embargo su manera de pensar no era la misma que la de Shiori.
Esto se vio demostrado cuando de manera espontanea un huracán lo tomo por la camisa y lo azoto contra la pared. Luego de que sus ojos dejaran de dar vueltas, pudo notar que no fue un fenómeno natural el que lo ataco, ya que en realidad había sido la jonin en lo que pareció ser un ataque de ira. Luego de que pudiera sentarse tratando de aliviar el dolor pudo notar que sus compañeros habían sufrido la misma suerte que el.
Por lo que se encontraban enfrente tumbados y adoloridos frente a una furiosas sensei.
Mientras los chicos trataban de entender la situación, la Kureji se dirigió hacia ellos para dirigirles una serie de rudas palabras, palabras que les estaban haciendo cada vez más comunes aquel día. Lo primero a lo que hizo referencia fue el poco nivel de tolerancia y trabajo en equipo, después de eso sus comentarios solo empeoraron, ya que se basaron en todos los puntos malos, que según su criterio había mostrado el equipo.
De último y para coronar el pastel dijo algo que realmente le llego al Ishimura, hablo acerca de que la única forma en la que progresarían, era si le mostraban obediencia absoluta y una fe ciega en sus órdenes. Que no tenían necesidad de preguntar, ni de dudar, ni de cuestionar, y menos de pensar. Para culminar con su monologo les indico que había sido todo por el esa ocasión y que si tenían algo que decir lo hicieran en ese momento.
El primero en hablar fue el rubio, solo para preguntar cuando se reunirían de nuevo, a lo que la sensei, dio una respuesta totalmente vaga que daba a entender que todo seria cuando le diera la gana.
El peliblanco se decidió a hablar.
—Bueno sensei, en realidad tengo varias dudas, quizás sea que soy idiota como usted ha resumido.
—Lo primero es que no entiendo a que ha querido llegar con todo el espectáculo de hoy, a mi parecer solo es una mujer enojada que nos ha utilizado para liberar su estrés. Aunque eso es algo molesto, usted es nuestra superior, y supongo que puede hacer lo que quiera. Pero sinceramente no he aprendido nada.
—Lo otro que debo decirle, y siéntase libre de patearme si le ofende —dijo mientras suspiraba—. Básicamente nos está diciendo que quiere convertirnos en ninjas sin voluntad propia que obedecen ciegamente... Creo que simplemente hoy no era su día, y todo lo que nos dijo estaba oscurecido por… Bueno por la ira que lleva consigo. Ya que si ese fuera el modo en que se hicieran las cosas en Uzu… Este creo que usted no tendría el libre albedrio como para decidir el modo en que nos instruirá. Que debo decir parece algo del estilo de una adolecente amargada y no de una mujer con muchísima experiencia.
—En definitiva y aunque suene cínico, eso es lo que pienso, y mientras usted se comporte de esa manera creo que no cambiare de opinión. Claro no planeo desobedecer sus órdenes, pero solo la seguiré por cuestiones de rango y respeto, no porque me parezca bien o esté de acuerdo. Teniendo eso en cuenta creo que tendremos una relación un poco accidentada.
—Una cosa más… Antes de que me diga que no le interesa lo que pienso, o antes de que me rompa algún hueso. Recuerde que usted dijo que digamos lo que teníamos que decir.
Mientras decía todo aquello, mantenía la mirada fija en los hombros y cuello de la sensei. Ya que estaba completamente seguro de que si la miraba al rostro el miedo le impediría terminar de hablar. Pero aun así estaba consciente, de que ya había soltado bastantes cosas molestas y que solo le esperaba, o una casi imposible indiferencia o una buena paliza.
Sin embargo su manera de pensar no era la misma que la de Shiori.
Esto se vio demostrado cuando de manera espontanea un huracán lo tomo por la camisa y lo azoto contra la pared. Luego de que sus ojos dejaran de dar vueltas, pudo notar que no fue un fenómeno natural el que lo ataco, ya que en realidad había sido la jonin en lo que pareció ser un ataque de ira. Luego de que pudiera sentarse tratando de aliviar el dolor pudo notar que sus compañeros habían sufrido la misma suerte que el.
Por lo que se encontraban enfrente tumbados y adoloridos frente a una furiosas sensei.
Mientras los chicos trataban de entender la situación, la Kureji se dirigió hacia ellos para dirigirles una serie de rudas palabras, palabras que les estaban haciendo cada vez más comunes aquel día. Lo primero a lo que hizo referencia fue el poco nivel de tolerancia y trabajo en equipo, después de eso sus comentarios solo empeoraron, ya que se basaron en todos los puntos malos, que según su criterio había mostrado el equipo.
De último y para coronar el pastel dijo algo que realmente le llego al Ishimura, hablo acerca de que la única forma en la que progresarían, era si le mostraban obediencia absoluta y una fe ciega en sus órdenes. Que no tenían necesidad de preguntar, ni de dudar, ni de cuestionar, y menos de pensar. Para culminar con su monologo les indico que había sido todo por el esa ocasión y que si tenían algo que decir lo hicieran en ese momento.
El primero en hablar fue el rubio, solo para preguntar cuando se reunirían de nuevo, a lo que la sensei, dio una respuesta totalmente vaga que daba a entender que todo seria cuando le diera la gana.
El peliblanco se decidió a hablar.
—Bueno sensei, en realidad tengo varias dudas, quizás sea que soy idiota como usted ha resumido.
—Lo primero es que no entiendo a que ha querido llegar con todo el espectáculo de hoy, a mi parecer solo es una mujer enojada que nos ha utilizado para liberar su estrés. Aunque eso es algo molesto, usted es nuestra superior, y supongo que puede hacer lo que quiera. Pero sinceramente no he aprendido nada.
—Lo otro que debo decirle, y siéntase libre de patearme si le ofende —dijo mientras suspiraba—. Básicamente nos está diciendo que quiere convertirnos en ninjas sin voluntad propia que obedecen ciegamente... Creo que simplemente hoy no era su día, y todo lo que nos dijo estaba oscurecido por… Bueno por la ira que lleva consigo. Ya que si ese fuera el modo en que se hicieran las cosas en Uzu… Este creo que usted no tendría el libre albedrio como para decidir el modo en que nos instruirá. Que debo decir parece algo del estilo de una adolecente amargada y no de una mujer con muchísima experiencia.
—En definitiva y aunque suene cínico, eso es lo que pienso, y mientras usted se comporte de esa manera creo que no cambiare de opinión. Claro no planeo desobedecer sus órdenes, pero solo la seguiré por cuestiones de rango y respeto, no porque me parezca bien o esté de acuerdo. Teniendo eso en cuenta creo que tendremos una relación un poco accidentada.
—Una cosa más… Antes de que me diga que no le interesa lo que pienso, o antes de que me rompa algún hueso. Recuerde que usted dijo que digamos lo que teníamos que decir.
Mientras decía todo aquello, mantenía la mirada fija en los hombros y cuello de la sensei. Ya que estaba completamente seguro de que si la miraba al rostro el miedo le impediría terminar de hablar. Pero aun así estaba consciente, de que ya había soltado bastantes cosas molestas y que solo le esperaba, o una casi imposible indiferencia o una buena paliza.