Un terremoto arrasaba sin piedad por todo el vecindario, no literalmente. Aunque que no fuese literalmente un terremoto no le quitaba gravedad al asunto. Se trataba de un chico de cabellera mas verde que la hierba recién mojada, el cuál corría libre como un pájaro que veía la luz al final del túnel. Aunque éste pájaro se molestaba en cagarse en todas y cada una de las paredes del mismo, un auténtico hijo puta. Intentando dejar de lado las metáforas y demases, la cuestión era sencilla. Un chico de pelo verde corría a resguardarse de una ya considerable muchedumbre furiacanada. Quizás las bromas se le habían ido de las manos, como de costumbre. Mal asunto que su hermana no estuviese cerca para haberlo detenido a tiempo.
Para el joven, por suerte o desgracia, que su hermana fuese chunin y tuviese que ejercer como tal sus misiones, era un poco de libertad a su rebeldía. Si no aprovechaba esas ocasiones, en algún momento terminaría explotando. Se lo pedía el cuerpo, y dios. ¿Por qué si no iba a poner a tantas personas en el mundo? Si no quería que las fastidiase, habría puesto menos.
En mitad de su carrera por salvar la vida, incluso se detuvo a tomar un trozo de plástico blanco alargado y no demasiado grueso. Una cosa no quitaba la otra, al final tuvo hasta que salir del maldito pueblucho. Para cuando se quiso dar cuenta, solo estaba él, un montón de árboles, un montón de hierba que no se podía fumar, y ese maldito trozo de plástico que levaba entre manos y parecía un condenado alzacuellos. Sin duda, esto no tenía sentido alguno. Puestos a decir, la verdad es que sentido no había ni que buscarle, después de todo había llegado hasta allí dando un mero paseo. Si, sin duda se le había ido de las manos.
—Weeeeehhh... pueeeees ya me aburrí de éste sitio.
Obviamente se lo decía a si mismo, cosa que tenía casi por costumbre, hablar consigo mismo. Sin mas que hacer por ese pueblo, comenzó a andar de nuevo —Ya no loperseguían— seguramente lo hubiesen dado por perdido, o lo hubiesen olvidado. Fuere como fuere, debía buscar otro entretenimiento.
Continuó andando brevemente, mientras daba giros al trozo de plástico blanco sin pudor. Lo pasaba entre los dedos, lo lanzaba al aire, lo recepcionaba de nuevo en la mano, pronto comenzaba con los malabares de dedos, y vuelta a empezar. Se entretuvo con eso en el camino, hasta que a una distancia no demasiado tergiversada por la necesidad, vio lo que parecía ser una persona.
—¡Alaaaaá! Allí hay alguien... ¿no?
Sin dudarlo un solo momento, corrió hacia ésta persona que llevaba consigo una especie de cárcel de madera y una red de mariposas. En el mismo camino, se enredó el plastico en el cuello de su camiseta negra y dejó la parte central sin enredar, haciendo que ésta destacase a manera de alzacuellos.
—¡Chico! ¡CHICO! —Inquirió como si el fuese mucho mayor. —¿Tiene un momento para que hable con usted de Dios? Si tiene tiempo para cazar moscas, tiene tiempo para Dios. Solo le ocuparé diez horas de su vida, eso no es nada si lo compara con toda una vida de devoción y salvación asegurada, ¿no lo cree así?
Sin duda, una de las bromas mas absurdas hasta el momento.
Para el joven, por suerte o desgracia, que su hermana fuese chunin y tuviese que ejercer como tal sus misiones, era un poco de libertad a su rebeldía. Si no aprovechaba esas ocasiones, en algún momento terminaría explotando. Se lo pedía el cuerpo, y dios. ¿Por qué si no iba a poner a tantas personas en el mundo? Si no quería que las fastidiase, habría puesto menos.
En mitad de su carrera por salvar la vida, incluso se detuvo a tomar un trozo de plástico blanco alargado y no demasiado grueso. Una cosa no quitaba la otra, al final tuvo hasta que salir del maldito pueblucho. Para cuando se quiso dar cuenta, solo estaba él, un montón de árboles, un montón de hierba que no se podía fumar, y ese maldito trozo de plástico que levaba entre manos y parecía un condenado alzacuellos. Sin duda, esto no tenía sentido alguno. Puestos a decir, la verdad es que sentido no había ni que buscarle, después de todo había llegado hasta allí dando un mero paseo. Si, sin duda se le había ido de las manos.
—Weeeeehhh... pueeeees ya me aburrí de éste sitio.
Obviamente se lo decía a si mismo, cosa que tenía casi por costumbre, hablar consigo mismo. Sin mas que hacer por ese pueblo, comenzó a andar de nuevo —Ya no loperseguían— seguramente lo hubiesen dado por perdido, o lo hubiesen olvidado. Fuere como fuere, debía buscar otro entretenimiento.
Continuó andando brevemente, mientras daba giros al trozo de plástico blanco sin pudor. Lo pasaba entre los dedos, lo lanzaba al aire, lo recepcionaba de nuevo en la mano, pronto comenzaba con los malabares de dedos, y vuelta a empezar. Se entretuvo con eso en el camino, hasta que a una distancia no demasiado tergiversada por la necesidad, vio lo que parecía ser una persona.
—¡Alaaaaá! Allí hay alguien... ¿no?
Sin dudarlo un solo momento, corrió hacia ésta persona que llevaba consigo una especie de cárcel de madera y una red de mariposas. En el mismo camino, se enredó el plastico en el cuello de su camiseta negra y dejó la parte central sin enredar, haciendo que ésta destacase a manera de alzacuellos.
—¡Chico! ¡CHICO! —Inquirió como si el fuese mucho mayor. —¿Tiene un momento para que hable con usted de Dios? Si tiene tiempo para cazar moscas, tiene tiempo para Dios. Solo le ocuparé diez horas de su vida, eso no es nada si lo compara con toda una vida de devoción y salvación asegurada, ¿no lo cree así?
Sin duda, una de las bromas mas absurdas hasta el momento.