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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#3
Estaba ensemismado en el centro del cráter, observando el horizonte en la lejanía cuando una voz le sobresaltó, a sus espaldas. Daruu se dio la vuelta de golpe e inicialmente se puso en guardia, pero bajó enseguida los brazos.

Se trataba de una muchacha bajita de tez clara y nariz chata, con unos ojos grandes de un brillante color magenta. A juego con el pelo, debemos aclarar, de color púrpura, corto y casi tan despeinado como el suyo, con un flequillo recogido hacia la izquierda. Llevaba un jersey a juego con su pelo, aunque Daruu no se estaba fijando precisamente en el jersey. Parecía una niña pero desde luego no era una niña en todos los sentidos. Avergonzado, subió los ojos hacia su cabecita, que dada a su corta estatura veía desde arriba. Era una kunoichi de Uzushiogakure.

—Perdona, ¿por casualidad no serás, y recalco lo de casualidad; un habitante de Konoha emergido del cráter? —dijo la chica.

¿Q-qué...? —La miró a los ojos, tratando de discernir si estaba intentando tomarle el pelo o no. No, no lo estaba, no lo parecía. Dejó escapar una sonora carcajada—. Di-disculpa, pero no —se limpió una lágrima con un dedo y señaló su bandana de Amegakure, firmemente asida a la frente—. De aquí procede mi clan, y mi aldea está muy lejos. Aprovecho un viaje con mi madre para visitar los restos de la Hoja.

«Deberías de revelar menos información, idiota», le picó un bicho arriba en la cabeza.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
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Mensajes en este tema
RE: Lo que mis ojos no pueden ver - por Amedama Daruu - 13/01/2017, 16:11


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