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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#6
El peliverde se desenvolvía por la jungla de asfalto sin dificultad alguna, como si fuese parte de su casa. Con un tercio del bollo a mitad de gaznate, y los otros dos tercios en la boca y parte del exterior, caminaba mientras se debatía entre la vida y la muerte por una mas que plausible asfixia. Con dos lagrimones como cabezas de mongolo, obviamente a causa del ahogo, no pudo evitar mirar hacia su costado cuando alguien llamó su atención. Quizás una persona llamaba a otra, pero él se dio por aludido —¿Por qué no?— aún podía ser el tendero en busca de sus bollos robados de forma vil y extraña. Era una opción que no podía dejar caer en el olvido.

Cuando observó hacia su flanco, habían un par de chicos de aproximadamente su edad, y con un claro signo identificativo. Sendos shinobis portaban en diferentes lugares una banda metálica que reflejaba su claro rango militar, se trataba de un par de shinobis. El primero tenía un pelo y unos ojos mas oscuros que un pozo de petróleo, mientras que el segundo tenía una piel y cabellera mas pálida que un camaleón muerto, pero de éste segundo llamaban muchisimo la atención sus orbes... tenía unos ojos como jamás había visto el de Kusa, unos orbes de color violáceo intenso. ¿Era normal ese tono de ojos?

Fue entonces que el primero soltó sin bochorno que quería saber donde se podía comprar unos bollos como los que el peliverde llevaba. Éste hizo una mueca de incredibilidad al inicio, pero no tardaría en responder, era una pregunta que cualquiera que hubiese estado en semejante jaleo anterior sabría responder con todo tipo de detalle.

Fhog-thiegnhe quehgé poghaifhestog i´alahifergdala fhegundagsallé ag ladgresha taquevgea lagpuegthala gresha... —Indicó con lujo de detalles, moviendo el bollo que tenía en la mano en cada paso de su indicación. Obviamente, aún no había acabado con el bollo que tenía a mitad del gaznate, pero eso no le había impedido ayudar en absoluto. —¿Vhé?

Todo un galán y un ejemplo a seguir, si no habían entendido las indicaciones habría sido por otro motivo ajeno a su clara guía. O bien eran torpes, o bien no conocían la diferencia entre la derecha y la izquierda... no había otro posible motivo. Era imposible que fuese por falta de empeño en las indicaciones, vamos, no había cavidad a ello porque interés había derrochado en todas y cada una de sus palabras. Por si acaso, había terminado preguntando si se habían enterado, solo por si las moscas. Pero que si necesitaban mas ayuda, ya se encargaría de perderlos personalmente.

Siempre se ha dicho, si quieres algo bien hecho, debes hacerlo tú mismo.
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Mensajes en este tema
RE: Enzo Petas y las Reliquias de la Muerte - por Aiko - 16/01/2017, 22:10


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