28/01/2017, 01:56
(Última modificación: 29/07/2017, 01:34 por Amedama Daruu.)
—¡No! —El brazo de la muchacha le agarró la muñeca con firmeza. Daruu se sacudió, molesto, y chasqueó la lengua contra el paladar—. No... ellos no están aquí... De verdad. De hecho no les he visto desde el examen de graduación a genin.
Daruu entrecerró los ojos y los clavó en los dos grandes luceros avellana de Ayame.
»Oye... no le digas a nadie esto. Por favor... Nadie puede enterarse. ¿De acuerdo? Prométemelo, Daruu-san.
—¿Que no le diga a nadie qué? ¿Lo de los abusones? —Se cruzó de brazos y apoyó el peso del cuerpo en una pierna. Chasqueó de nuevo la lengua—. Deberías dejar que te ayude tu familia, los profesores o... o... ¡o yo mismo!
Estiró los brazos hacia abajo, acercándose a ella.
—Gente como esa habrá siempre, y gente como tú también. Pero tienes que defenderte o dejar que te defiendan. No tiene sentido que le ocultes a los demás que te están haciendo daño. No tienes por qué cargar con ello.
»Aún así, te lo prometo, joder. Pero deja de mirarme con esa cara.
Hinchó los carrillos y giró la cabeza, malhumorado.
—Ahora dime, y no me mientas. Si voy a prometerte cosas vas a tener que confiar en mí también. ¿Qué ha pasado para que estés así si no ha sido el gilipollas de Setsuna?
Daruu entrecerró los ojos y los clavó en los dos grandes luceros avellana de Ayame.
»Oye... no le digas a nadie esto. Por favor... Nadie puede enterarse. ¿De acuerdo? Prométemelo, Daruu-san.
—¿Que no le diga a nadie qué? ¿Lo de los abusones? —Se cruzó de brazos y apoyó el peso del cuerpo en una pierna. Chasqueó de nuevo la lengua—. Deberías dejar que te ayude tu familia, los profesores o... o... ¡o yo mismo!
Estiró los brazos hacia abajo, acercándose a ella.
—Gente como esa habrá siempre, y gente como tú también. Pero tienes que defenderte o dejar que te defiendan. No tiene sentido que le ocultes a los demás que te están haciendo daño. No tienes por qué cargar con ello.
»Aún así, te lo prometo, joder. Pero deja de mirarme con esa cara.
Hinchó los carrillos y giró la cabeza, malhumorado.
—Ahora dime, y no me mientas. Si voy a prometerte cosas vas a tener que confiar en mí también. ¿Qué ha pasado para que estés así si no ha sido el gilipollas de Setsuna?