2/02/2017, 00:49
(Última modificación: 29/07/2017, 01:35 por Amedama Daruu.)
—Y... yo... —tartamudeó ella, con la voz quebrada—. Mi... mi padre se ha enfadado... por lo del examen... ya sabes...
Daruu liberó el aire de sus carrillos y sonrió con una mezcla de ternura y de comprensión.
—Ya. Zetsuo. Me imagino cómo se habrá puesto. —Aotsuki Zetsuo, el padre de Ayame. La mejor forma de definirlo era: un tío al que le manchas la camisa nueva de marca cara con café hirviendo, y está imaginándose cincuenta formas distintas de matarte con una soga. Esa sería su cara, ahora hay que imaginarla todo el día de esa forma.
En realidad, era el típico padre estricto con un corazoncito blando como el algodón que venden en las ferias1.
—Pero no tienes que desanimarte. Yo creo que puedes —intentó animar, pero inmediatamente se dio cuenta de que no sabía siquiera qué sabía hacer la kunoichi—. Quiero decir, no es tan difícil. En serio, si necesitas practicar aquí estoy, además, estooo...
Mientras hablaba con Ayame se estaba dando cuenta, además de que no la conocía de nada a pesar de ser su vecina, y de la supuesta buena relación de sus dos familias, de otra terrible verdad: no conocía de nada a nadie.
No es que tuviera muchos...
—Es raro, porque somos vecinos, nuestras familias se conocen de hace mucho tiempo... Bueno, he pensado... Que podríamos ser amigos. Y cuando te gradúes, pues... Compañeros. Hacer alguna misión juntos o algo.
Se sonrojó y apartó la vista.
—Bueno, sólo si quieres. Es que no me junto mucho con nadie, pensé que estaría guay... Supongo.
(1): Esto es, si el algodón estuviese hecho de hormigón armado en lugar de azúcar.
Daruu liberó el aire de sus carrillos y sonrió con una mezcla de ternura y de comprensión.
—Ya. Zetsuo. Me imagino cómo se habrá puesto. —Aotsuki Zetsuo, el padre de Ayame. La mejor forma de definirlo era: un tío al que le manchas la camisa nueva de marca cara con café hirviendo, y está imaginándose cincuenta formas distintas de matarte con una soga. Esa sería su cara, ahora hay que imaginarla todo el día de esa forma.
En realidad, era el típico padre estricto con un corazoncito blando como el algodón que venden en las ferias1.
—Pero no tienes que desanimarte. Yo creo que puedes —intentó animar, pero inmediatamente se dio cuenta de que no sabía siquiera qué sabía hacer la kunoichi—. Quiero decir, no es tan difícil. En serio, si necesitas practicar aquí estoy, además, estooo...
Mientras hablaba con Ayame se estaba dando cuenta, además de que no la conocía de nada a pesar de ser su vecina, y de la supuesta buena relación de sus dos familias, de otra terrible verdad: no conocía de nada a nadie.
No es que tuviera muchos...
—Es raro, porque somos vecinos, nuestras familias se conocen de hace mucho tiempo... Bueno, he pensado... Que podríamos ser amigos. Y cuando te gradúes, pues... Compañeros. Hacer alguna misión juntos o algo.
Se sonrojó y apartó la vista.
—Bueno, sólo si quieres. Es que no me junto mucho con nadie, pensé que estaría guay... Supongo.
(1): Esto es, si el algodón estuviese hecho de hormigón armado en lugar de azúcar.