7/02/2017, 00:22
—Desde luego que no es ningún mérito —concedió el desconocido, y Ayame hundió aún más los hombros en un gesto desconsolado. El chico se acercó al árbol y recuperó el shuriken clavado en el tronco—. Pero por lo visto en el anterior lanzamiento, esta es una distancia segura. Desde aquí no vas a fallar —agregó, al tiempo que le devolvía el arma—. Ahora hay que aumentar la distancia de forma progresiva y reiterar el proceso hasta que en cinco, diez o veinticinco metros todo resulte tan natural como este lanzamiento que acabas de hacer.
—¡Aaaahh! ¡Ya lo entiendo! —exclamó Ayame, pues las piezas en su mente acababan de encajar con un click. ¿Cómo no se le había ocurrido ese método antes?
—Si te parece bien intentarlo de esa manera, da un paso atrás e intenta de nuevo.
Ayame asintió, pero antes de dar un paso atrás tal y como le había indicado titubeó momentáneamente y giró la cabeza para observarle con fijeza por debajo de sus pestañas.
—Oye... —balbuceó, intercambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra—. Puede que esto suene desconfiado pero... ¿por qué me estás ayudando? Quiero decir... ni siquiera sé cuál es tu nombre...
—¡Aaaahh! ¡Ya lo entiendo! —exclamó Ayame, pues las piezas en su mente acababan de encajar con un click. ¿Cómo no se le había ocurrido ese método antes?
—Si te parece bien intentarlo de esa manera, da un paso atrás e intenta de nuevo.
Ayame asintió, pero antes de dar un paso atrás tal y como le había indicado titubeó momentáneamente y giró la cabeza para observarle con fijeza por debajo de sus pestañas.
—Oye... —balbuceó, intercambiando el peso de su cuerpo de una pierna a otra—. Puede que esto suene desconfiado pero... ¿por qué me estás ayudando? Quiero decir... ni siquiera sé cuál es tu nombre...