10/02/2017, 19:46
(Última modificación: 29/07/2017, 01:37 por Amedama Daruu.)
Pero Daruu respondió con una carcajada.
—¿Qué soy ahora, alguien mayor que tú? —dijo, alegremente.
—No... pero como quieres ayudarme a entrenar pues... —respondió ella, removiéndose con cierto nerviosismo. Pero el de ojos blancos no tardó en interrumpirla:
—Te dije que éramos amigos, ¿no? Llámame Daruu, Daruu-kun o Daruu-san, me da igual, los honoríficos no son lo mío.
Ayame asintió, y una breve sonrisa aleteó en sus labios. En aquella ocasión, una sonrisa de verdad.
—Está bien, Daruu-san —concedió. Por el momento se sentía más cómoda así. Aún no sentía la suficiente confianza con Daruu, así que el honorífico -kun todavía quedaba fuera de su alcance.
Él se rascó la cabeza, con gesto pensativo. Pero por mucho que entrelazara sus dedos con los mechones de pelo del lado derecho de su cabeza, aquellos volvían a erizarse, rebelándose contra de la gravedad.
—Bueno, ¿qué va a ser? ¿Qué se te resiste, qué quieres practicar?
Ayame volvió a cambiar el peso de su cuerpo de una pierna a la otra.
«Caminata vertical, caminata sobre el agua, lanzamiento de shuriken, Bunshin no Jutsu...» Recitaba en su cabeza la lista de los errores que le habían costado el suspenso del examen de genin. Había sucedido aquella misma mañana, pero se la sabía de cabo a rabo. Eran muchas cosas, y Ayame era consciente de ello. Pero también era consciente de que no podía decírselas todas a Daruu, por mucho que se ofreciera a ayudarla.
—Eh... ¿El Bunshin no Jutsu, quizás? —preguntó, con las mejillas arreboladas por la vergüenza—. La verdad, no consigo hacer ni un solo clon decente...
—¿Qué soy ahora, alguien mayor que tú? —dijo, alegremente.
—No... pero como quieres ayudarme a entrenar pues... —respondió ella, removiéndose con cierto nerviosismo. Pero el de ojos blancos no tardó en interrumpirla:
—Te dije que éramos amigos, ¿no? Llámame Daruu, Daruu-kun o Daruu-san, me da igual, los honoríficos no son lo mío.
Ayame asintió, y una breve sonrisa aleteó en sus labios. En aquella ocasión, una sonrisa de verdad.
—Está bien, Daruu-san —concedió. Por el momento se sentía más cómoda así. Aún no sentía la suficiente confianza con Daruu, así que el honorífico -kun todavía quedaba fuera de su alcance.
Él se rascó la cabeza, con gesto pensativo. Pero por mucho que entrelazara sus dedos con los mechones de pelo del lado derecho de su cabeza, aquellos volvían a erizarse, rebelándose contra de la gravedad.
—Bueno, ¿qué va a ser? ¿Qué se te resiste, qué quieres practicar?
Ayame volvió a cambiar el peso de su cuerpo de una pierna a la otra.
«Caminata vertical, caminata sobre el agua, lanzamiento de shuriken, Bunshin no Jutsu...» Recitaba en su cabeza la lista de los errores que le habían costado el suspenso del examen de genin. Había sucedido aquella misma mañana, pero se la sabía de cabo a rabo. Eran muchas cosas, y Ayame era consciente de ello. Pero también era consciente de que no podía decírselas todas a Daruu, por mucho que se ofreciera a ayudarla.
—Eh... ¿El Bunshin no Jutsu, quizás? —preguntó, con las mejillas arreboladas por la vergüenza—. La verdad, no consigo hacer ni un solo clon decente...