11/02/2017, 14:09
(Última modificación: 29/07/2017, 01:55 por Amedama Daruu.)
El trabajador apoyó el peso del cuerpo en una pierna. Bueno, y en el rastrillo lleno de heces de animal que tenía clavado en la tierra. En eso también.
—Ah, pues la verdad es que creo que sigue aquí en Ushi —dijo, bostezando—. Está en la taberna. Dijo que necesitaba un buen trago antes de seguir el camino. Si os dais prisa puede que lo pilléis todavía dentro. Es aún muy temprano, así que estará casi vacía, no os será difícil reconocer a uno de los vuestros.
Daruu asintió, aunque de alguna forma sentía una mala vibración en todo aquello. Hasta ahora, el destino parecía haberles estado sonriendo mucho. Quizás para compensar lo del shuriken gigante que casi les arranca la cabeza de cuajo. Sí, puede ser. Pero el destino es un cabrón, y en cuanto te das la vuelta te apuñala con la espalda. Algo iba a pasar, estaba seguro.
—¡Muchas gracias, señor! Vamos, Eri, tenemos que darnos prisa. Con suerte podremos contarle lo que hemos visto.
Los muchachos pidieron al granjero la dirección de la taberna, y este le dio las indicaciones. Entre caminos de tierra y granjas con todo tipo de animales y olores de animales, Eri y Daruu llegaron a un establecimiento pequeño, de madera, con las puertas típicas de taberna típica, ya sabéis... De las que se abren hacia adentro y hacia fuera y se quedan unos segundos sin saber qué hacer, si quedarse abiertas o cerradas.
Daruu empujó una de ellas y entró al local.
—Ah, pues la verdad es que creo que sigue aquí en Ushi —dijo, bostezando—. Está en la taberna. Dijo que necesitaba un buen trago antes de seguir el camino. Si os dais prisa puede que lo pilléis todavía dentro. Es aún muy temprano, así que estará casi vacía, no os será difícil reconocer a uno de los vuestros.
Daruu asintió, aunque de alguna forma sentía una mala vibración en todo aquello. Hasta ahora, el destino parecía haberles estado sonriendo mucho. Quizás para compensar lo del shuriken gigante que casi les arranca la cabeza de cuajo. Sí, puede ser. Pero el destino es un cabrón, y en cuanto te das la vuelta te apuñala con la espalda. Algo iba a pasar, estaba seguro.
—¡Muchas gracias, señor! Vamos, Eri, tenemos que darnos prisa. Con suerte podremos contarle lo que hemos visto.
Los muchachos pidieron al granjero la dirección de la taberna, y este le dio las indicaciones. Entre caminos de tierra y granjas con todo tipo de animales y olores de animales, Eri y Daruu llegaron a un establecimiento pequeño, de madera, con las puertas típicas de taberna típica, ya sabéis... De las que se abren hacia adentro y hacia fuera y se quedan unos segundos sin saber qué hacer, si quedarse abiertas o cerradas.
Daruu empujó una de ellas y entró al local.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)