12/02/2017, 19:38
(Última modificación: 29/07/2017, 01:38 por Amedama Daruu.)
—En mi opinión lo primero que tienes que hacer es no tener vergüenza por no saber incluso la técnica más básica —dijo él, serio. Pero si lo que trataba era animarla, consiguió el efecto totalmente opuesto.
«Incluso la técnica más básica... Eso suena aún más triste...» Se lamentó, hundiendo aún más los hombros.
—Al final, toda esa vergüenza lo que hace es que no te puedas concentrar como es debido —continuó Daruu, y la atención de Ayame volvió hacia él como un boomerang—. Además, nadie nace sabiendo. Lo dominarás.
—Más me vale... —respondió en voz baja. Si no lo hacía jamás sería capaz de graduarse como genin. Y entonces su padre...
No quiso ni pensar en ello.
—¿Te sabes los sellos, no? Carnero, serpiente, tigre —preguntó Daruu. Ayame asintió inmediatamente, y sus propias manos se entrelazaron al compás de las de su compañero—. Bunshin no Jutsu.
Se produjo un breve estallido de humo, y cuando este se disipó Ayame se quedó lívida. No había conseguido crear un solo clon. No. Cuatro réplicas. Cuatro clones que le sacaban la lengua, movían los brazos de manera frenética o echaban un pulso entre sí.
—Bromas aparte... Nadie se conoce más que tú —continuó Daruu—. Te ves al espejo todas las mañanas, sabes cómo te mueves... Tienes que imaginar una imagen de ti misma y proyectar el chakra a uno de tus costados. Mantener esa imagen en la cabeza es muy importante, y tiene que ser lo más detallada posible. Lo primero que tienes que hacer es conseguir que sea fiel, da igual que no se mueva, da igual que te cueste un tiempo lanzar la técnica. No estamos en un combate real, y podrás optimizarla después. Ahora, simplemente hacerla.
—Imaginarme a mí misma y proyectar el chakra... —repitió ella, asintiendo enérgicamente para sí—. ¡Entendido!
Ayame cerró los ojos y sus manos comenzaron a entrelazarse en los ya conocidos sellos. Carnero... Tenía que verse a sí misma como se veía todas las mañanas en el espejo. Serpiente... Mantener esa imagen fijada en su mente, agarrarla y no soltarla... Tigre... Proyectar el chakra hacia el exterior...
—¡Bunshin no Jutsu!
Una explosión de humo la envolvió y Ayame abrió los ojos con el corazón en un puño. Sin embargo, si antes estaba avergonzada, ahora su rostro podría fácilmente confundirse por un tomate gigante.
«Tierra, trágame...» Suplicó para sus adentros, desesperada.
Sí, había conseguido crear una réplica de sí misma. Pero el clon en cuestión estaba tirado en el suelo, inerte como una muñeca de trapo, y parecía estar constituido por una especie de sustancia gelatinosa... casi agua. La imagen se veía empeorada por la enorme y resplandeciente sonrisa que esgrimía. Una sonrisa permanente que no parecía poder ser borrada ni con la más trágica de las noticias. Era una sonrisa incluso... escalofriante...
«Incluso la técnica más básica... Eso suena aún más triste...» Se lamentó, hundiendo aún más los hombros.
—Al final, toda esa vergüenza lo que hace es que no te puedas concentrar como es debido —continuó Daruu, y la atención de Ayame volvió hacia él como un boomerang—. Además, nadie nace sabiendo. Lo dominarás.
—Más me vale... —respondió en voz baja. Si no lo hacía jamás sería capaz de graduarse como genin. Y entonces su padre...
No quiso ni pensar en ello.
—¿Te sabes los sellos, no? Carnero, serpiente, tigre —preguntó Daruu. Ayame asintió inmediatamente, y sus propias manos se entrelazaron al compás de las de su compañero—. Bunshin no Jutsu.
Se produjo un breve estallido de humo, y cuando este se disipó Ayame se quedó lívida. No había conseguido crear un solo clon. No. Cuatro réplicas. Cuatro clones que le sacaban la lengua, movían los brazos de manera frenética o echaban un pulso entre sí.
—Bromas aparte... Nadie se conoce más que tú —continuó Daruu—. Te ves al espejo todas las mañanas, sabes cómo te mueves... Tienes que imaginar una imagen de ti misma y proyectar el chakra a uno de tus costados. Mantener esa imagen en la cabeza es muy importante, y tiene que ser lo más detallada posible. Lo primero que tienes que hacer es conseguir que sea fiel, da igual que no se mueva, da igual que te cueste un tiempo lanzar la técnica. No estamos en un combate real, y podrás optimizarla después. Ahora, simplemente hacerla.
—Imaginarme a mí misma y proyectar el chakra... —repitió ella, asintiendo enérgicamente para sí—. ¡Entendido!
Ayame cerró los ojos y sus manos comenzaron a entrelazarse en los ya conocidos sellos. Carnero... Tenía que verse a sí misma como se veía todas las mañanas en el espejo. Serpiente... Mantener esa imagen fijada en su mente, agarrarla y no soltarla... Tigre... Proyectar el chakra hacia el exterior...
—¡Bunshin no Jutsu!
Una explosión de humo la envolvió y Ayame abrió los ojos con el corazón en un puño. Sin embargo, si antes estaba avergonzada, ahora su rostro podría fácilmente confundirse por un tomate gigante.
«Tierra, trágame...» Suplicó para sus adentros, desesperada.
Sí, había conseguido crear una réplica de sí misma. Pero el clon en cuestión estaba tirado en el suelo, inerte como una muñeca de trapo, y parecía estar constituido por una especie de sustancia gelatinosa... casi agua. La imagen se veía empeorada por la enorme y resplandeciente sonrisa que esgrimía. Una sonrisa permanente que no parecía poder ser borrada ni con la más trágica de las noticias. Era una sonrisa incluso... escalofriante...