12/06/2015, 03:38
Luego de que aquella tormenta de emociones amainara, las cosas empezaban a relajarse un poco. Tanto así que el peliblanco de apoco fue regresando de la tierra de los durmientes, mientras sentía un considerable dolor físico resultado de las acciones de Shiori, y aquello venía acompañado de una opresión en su espalda que le dificultaba la respiración.
—Nabi, si fueras tan amable de quitarte de encima —pidió el joven peliblanco, que a causa del dolor, tenía sus fuerzas menguadas. De ahí que le fuera imposible deshacerse del chico rubio por sus propios medios.
Quizás fuera por la masa de dolor en que se había convertido su cuerpo, o tal vez fuera atribuible al hecho de que aun no había recuperado la conciencia del todo. Lo cierto era que las cosas estaban diferentes de cómo las había visto antes de marcharse a dormitar forzosamente, pero el aun no la había advertido.
Lo más notable de todo, era que la furia de ojos esmeralda ya no se encontraba en aquel espacio de entrenamiento. Pero era algo de suponerse, ya que de estar presente las cosas no estarían tan tranquilas, “Probablemente se fue lejos” es lo que cualquiera podría pensar. Pero para cuando Kazuma despertó, esta probablemente se encontraría entregando las llaves del patio a la encargada.
Al mismo tiempo, se encontraba el extraño cambio de posición y comportamiento de sus camaradas. Nabi había pasado de estar siendo sostenido en el aire, a estar bastante acomodado sobre su inmóvil compañero, mientras que Juro mostraba una expresión de perturbación total, que era acentuada por un hilo de sangre que surcaba su mejilla.
—Díganme ¿qué ha pasado? —pregunto cual persona que recién estuviese llegando, mientras su cuerpo trataba de recuperar fuerzas atreves de sus pulmones, y mientras la niebla de confusión de su cabeza se disipaba lentamente.
—Nabi, si fueras tan amable de quitarte de encima —pidió el joven peliblanco, que a causa del dolor, tenía sus fuerzas menguadas. De ahí que le fuera imposible deshacerse del chico rubio por sus propios medios.
Quizás fuera por la masa de dolor en que se había convertido su cuerpo, o tal vez fuera atribuible al hecho de que aun no había recuperado la conciencia del todo. Lo cierto era que las cosas estaban diferentes de cómo las había visto antes de marcharse a dormitar forzosamente, pero el aun no la había advertido.
Lo más notable de todo, era que la furia de ojos esmeralda ya no se encontraba en aquel espacio de entrenamiento. Pero era algo de suponerse, ya que de estar presente las cosas no estarían tan tranquilas, “Probablemente se fue lejos” es lo que cualquiera podría pensar. Pero para cuando Kazuma despertó, esta probablemente se encontraría entregando las llaves del patio a la encargada.
Al mismo tiempo, se encontraba el extraño cambio de posición y comportamiento de sus camaradas. Nabi había pasado de estar siendo sostenido en el aire, a estar bastante acomodado sobre su inmóvil compañero, mientras que Juro mostraba una expresión de perturbación total, que era acentuada por un hilo de sangre que surcaba su mejilla.
—Díganme ¿qué ha pasado? —pregunto cual persona que recién estuviese llegando, mientras su cuerpo trataba de recuperar fuerzas atreves de sus pulmones, y mientras la niebla de confusión de su cabeza se disipaba lentamente.