13/02/2017, 20:30
Era un día triste de primavera, nublado y con amenaza de lluvia, vamos, un día calentito de invierno y un dia normalito de otoño. Pero como era primavera la gente se lo tomaba como una amenaza de bomba. Incluso llegué a vislumbrar con estos ojos mios, personas vestidas con chubasqueros. Qué exageración.
Me disponía en mi maravillosa estampa de pantalones cortos, lo suficiente apretados como para que no me entre esa brisilla cargada de maldad que te recorré hasta los huevetes cuando pega el viento, y camiseta negra de manga larga, con el simbolo de Uzushiogakure en la espalda en carmesí, a comprar el pan. Atajé por las Costas del Remolino y así me daba un garbeo por mi querida playa.
Al llegar al final, me encontré con el embarcadero menos concurrido de lo habitual, normal, dado que se preveian lluvias y el día no se esforzaba en desmentirlo. Cuando ya casi ni se veían barcos, me fije en uno impresionantemente pequeño. Me sorprendió primero que eso navegara y despues que subidos a ese barco hubieran dos rostros familiares.
El dueño del barco prácticamente regalaba los viajes, eso explicaba que hubieran dos personas en su navío. Iba a pasar de largo cuando comenzó la tormenta y no la del cielo precisamente.
— ¡Nabiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-san! ¡Nabi-san, Nabi-san! ¿Has ido alguna vez en barco? ¡Yo nunca he ido! ¿Por qué no vamos en ese, ya sabes, juntos? Venga, vamos...
Era Eri. Las dos palabras que señalan que hasta aquí ha llegado mi cordura.
— No, Eri, es demasiado peligroso montar en esa cosa a la que llaman barco por no llamarlo muerte segura. — Debería haber dicho
— Sí, eso mismo había pensado yo — Pero esto fue lo que dije.
Si moría, sería llevandome a Eri conmigo, nada era más romantico que hundirnos en un barco. Saqué algo de calderilla del bolsillo y se la entregué al hombre. En la mano del marinero quedarían un vale de dos por uno en el restaurante de carnes más cercano a mi casa y un total de 45 ryos y un gusano. El gusano estaba muerto, claro. No voy por ahí con gusanos vivos en los bolsillos.
Por suerte, mi dama me arrastró hasta la nave sin fijarse en qué asquerosidades sacaba de mis ropajes. Ahora que estaban más cerca, sin duda eran Haskoz y Noemi. ¿Esos dos han acabado juntos? Haskoz es el que ha ganado con el trueque, aunque un Uchiha no es un mal pescado. Pero no era rubio, así que gana Haskoz 10 de 10. Gracias a mi rubicidad Eri y yo estaríamos empate.
Me disponía en mi maravillosa estampa de pantalones cortos, lo suficiente apretados como para que no me entre esa brisilla cargada de maldad que te recorré hasta los huevetes cuando pega el viento, y camiseta negra de manga larga, con el simbolo de Uzushiogakure en la espalda en carmesí, a comprar el pan. Atajé por las Costas del Remolino y así me daba un garbeo por mi querida playa.
Al llegar al final, me encontré con el embarcadero menos concurrido de lo habitual, normal, dado que se preveian lluvias y el día no se esforzaba en desmentirlo. Cuando ya casi ni se veían barcos, me fije en uno impresionantemente pequeño. Me sorprendió primero que eso navegara y despues que subidos a ese barco hubieran dos rostros familiares.
El dueño del barco prácticamente regalaba los viajes, eso explicaba que hubieran dos personas en su navío. Iba a pasar de largo cuando comenzó la tormenta y no la del cielo precisamente.
— ¡Nabiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii-san! ¡Nabi-san, Nabi-san! ¿Has ido alguna vez en barco? ¡Yo nunca he ido! ¿Por qué no vamos en ese, ya sabes, juntos? Venga, vamos...
Era Eri. Las dos palabras que señalan que hasta aquí ha llegado mi cordura.
— No, Eri, es demasiado peligroso montar en esa cosa a la que llaman barco por no llamarlo muerte segura. — Debería haber dicho
— Sí, eso mismo había pensado yo — Pero esto fue lo que dije.
Si moría, sería llevandome a Eri conmigo, nada era más romantico que hundirnos en un barco. Saqué algo de calderilla del bolsillo y se la entregué al hombre. En la mano del marinero quedarían un vale de dos por uno en el restaurante de carnes más cercano a mi casa y un total de 45 ryos y un gusano. El gusano estaba muerto, claro. No voy por ahí con gusanos vivos en los bolsillos.
Por suerte, mi dama me arrastró hasta la nave sin fijarse en qué asquerosidades sacaba de mis ropajes. Ahora que estaban más cerca, sin duda eran Haskoz y Noemi. ¿Esos dos han acabado juntos? Haskoz es el que ha ganado con el trueque, aunque un Uchiha no es un mal pescado. Pero no era rubio, así que gana Haskoz 10 de 10. Gracias a mi rubicidad Eri y yo estaríamos empate.
—Nabi—