14/02/2017, 02:24
—¿¡Buen chico dices!? —la ira reverberaba en la voz de Noemi, como una olla a presión a punto de estallar—. ¡Se me tiró encima cuando me vio!
Haskoz alzó una ceja. ¿El renacuajo de Hideo lanzándose a por la primera chica que se le presentaba en casa? No pudo evitar soltar una carcajada, divertido. Menudo bribón en el que se había convertido. Eso sí era aprovechar las oportunidades y lo demás eran tonterías.
—Menudo canalla —dijo, tratando de ponerse serio, aunque sin poder evitar que la comisura de los labios se le curvasen ligeramente en una fugaz sonrisa.
Noemi debió verlo, o quizá simplemente no le valían sus disculpas, porque siguió refunfuñando. Se quejaba sobre algo... Sobre algo respecto a... Sobre... Una figura atrajo sus ojos como la miel al oso, reduciendo a un eco lejano la voz de Noemi. Una figura inconfundible. La viva imagen de un rayo de sol colándose entre las nubes de un cielo encapotado y triste; la flor que florece en un campo recién incendiado; la imagen de una promesa, de un juramento entre camaradas...
La imagen de Furukawa Eri.
Y, como si los Dioses supiesen de su promesa a Akame y quisiesen jugar con él, todo apuntaba a que Eri estaba a punto de embarcarse en… su propio barco. Acompañado de un rubio al que Haskoz reconoció como Nabi. Un tipo… especial, por decirlo de alguna manera. Impredecible, y con el que el Uchiha jamás había entablado más de un par de conversaciones, las cuales habían sido de lo más hilarantes y sinsentido que recordaba haber tenido en su corta existencia. Pero habían compartido orfanato durante un tiempo, y eso era un vínculo que les unía. O, al menos, eso sentía él.
—Oye —Haskoz rodeó las caderas de Noemi con las manos y la atrajo hacia sí—. Necesito que me hagas un favor importante…
El capitán se quedó sorprendido por el pago de Nabi. No solo le había dado propina, sino que además le había entregado un vale para un conocido restaurante de Uzushiogakure y… ¡un gusano!
El rostro del marinero no pudo expresar mayor felicidad.
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas! —exclamó, sonriente. Una sonrisa en la que le faltaban varios dientes. Concretamente, dos arriba y uno abajo, que formaban un curioso triángulo inverso imaginario. Ni corto ni perezoso, se llevó el gusano a la boca y… lo tragó. Ni siquiera lo había masticado.
Pero algo terrible pareció pasarle… Su papada tembló de pronto, su pecho empezó a palpitar y parecía al borde de un ataque al corazón. Entonces…
… un grandioso y estruendoso eructo, similar al sonido del mayor de los terremotos, surgió de su ancha garganta. Un eructo prolongado, que fue ganando en profundidad a medida que lo iba expulsando, y que terminó en un hondo gorjeo.
—Ah, ¡mejor fuera que dentro! ¡Levantad amarras, muchachos! —gritó, sin mirar a nadie en concreto—. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
—Muy importante. —matizó, colocando ambas manos en las mejillas de Noemi para que solo pudiese fijar la mirada en él, para que no pudiese ver a los nuevos invitados que acababan de subir. Se inclinó todavía más hacia ella, y, cuando todo parecía indicar que iba a besarla, soltó:—. Necesito que averigües quién le gusta Eri.
Vale, tenía que reconocerlo, quizá no fuese la mejor de las maneras de pedírselo… pero el tiempo corría en su contra, y Haskoz necesitaría de toda la ayuda de Noemi si quería resultarle útil a su camarada. A su compatriota.
—Concretamente, si está interesada en algún… Uchiha —susurró, y los ojos color miel le brillaron por un momento—. ¿Lo harás por mí?
Haskoz alzó una ceja. ¿El renacuajo de Hideo lanzándose a por la primera chica que se le presentaba en casa? No pudo evitar soltar una carcajada, divertido. Menudo bribón en el que se había convertido. Eso sí era aprovechar las oportunidades y lo demás eran tonterías.
—Menudo canalla —dijo, tratando de ponerse serio, aunque sin poder evitar que la comisura de los labios se le curvasen ligeramente en una fugaz sonrisa.
Noemi debió verlo, o quizá simplemente no le valían sus disculpas, porque siguió refunfuñando. Se quejaba sobre algo... Sobre algo respecto a... Sobre... Una figura atrajo sus ojos como la miel al oso, reduciendo a un eco lejano la voz de Noemi. Una figura inconfundible. La viva imagen de un rayo de sol colándose entre las nubes de un cielo encapotado y triste; la flor que florece en un campo recién incendiado; la imagen de una promesa, de un juramento entre camaradas...
La imagen de Furukawa Eri.
Y, como si los Dioses supiesen de su promesa a Akame y quisiesen jugar con él, todo apuntaba a que Eri estaba a punto de embarcarse en… su propio barco. Acompañado de un rubio al que Haskoz reconoció como Nabi. Un tipo… especial, por decirlo de alguna manera. Impredecible, y con el que el Uchiha jamás había entablado más de un par de conversaciones, las cuales habían sido de lo más hilarantes y sinsentido que recordaba haber tenido en su corta existencia. Pero habían compartido orfanato durante un tiempo, y eso era un vínculo que les unía. O, al menos, eso sentía él.
—Oye —Haskoz rodeó las caderas de Noemi con las manos y la atrajo hacia sí—. Necesito que me hagas un favor importante…
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El capitán se quedó sorprendido por el pago de Nabi. No solo le había dado propina, sino que además le había entregado un vale para un conocido restaurante de Uzushiogakure y… ¡un gusano!
El rostro del marinero no pudo expresar mayor felicidad.
—¡Gracias, grumete! ¡Hacía tiempo que no probaba una de estas gominolas! —exclamó, sonriente. Una sonrisa en la que le faltaban varios dientes. Concretamente, dos arriba y uno abajo, que formaban un curioso triángulo inverso imaginario. Ni corto ni perezoso, se llevó el gusano a la boca y… lo tragó. Ni siquiera lo había masticado.
Pero algo terrible pareció pasarle… Su papada tembló de pronto, su pecho empezó a palpitar y parecía al borde de un ataque al corazón. Entonces…
… un grandioso y estruendoso eructo, similar al sonido del mayor de los terremotos, surgió de su ancha garganta. Un eructo prolongado, que fue ganando en profundidad a medida que lo iba expulsando, y que terminó en un hondo gorjeo.
—Ah, ¡mejor fuera que dentro! ¡Levantad amarras, muchachos! —gritó, sin mirar a nadie en concreto—. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
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—Muy importante. —matizó, colocando ambas manos en las mejillas de Noemi para que solo pudiese fijar la mirada en él, para que no pudiese ver a los nuevos invitados que acababan de subir. Se inclinó todavía más hacia ella, y, cuando todo parecía indicar que iba a besarla, soltó:—. Necesito que averigües quién le gusta Eri.
Vale, tenía que reconocerlo, quizá no fuese la mejor de las maneras de pedírselo… pero el tiempo corría en su contra, y Haskoz necesitaría de toda la ayuda de Noemi si quería resultarle útil a su camarada. A su compatriota.
—Concretamente, si está interesada en algún… Uchiha —susurró, y los ojos color miel le brillaron por un momento—. ¿Lo harás por mí?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado