20/02/2017, 18:19
—¿Y a vosotros? Por lo que veo puede que os esté yendo muy bien.
Una gota de sudor frío resbaló por la espalda del Uchiha mientras evitaba deliberadamente establecer contacto visual con Noemi. Mejor no jugar con fuego. No hasta que las peligrosas llamas se hubiesen convertido en tan solo unas cálidas y agradables brasas.
Así pues, devolvió la pelota al tejado de ellos, preguntándoles poco menos que por su relación, tras señalar con la mirada el abrazo que ejercía Eri sobre Nabi. El rubio captó en seguida la indirecta —que de indirecta no tenía nada—, y optó por imitar a Haskoz y devolverle nuevamente la pelota. Era como si se estuviesen lanzando kunais y ninguno de ellos diese en el blanco. Eri, sin embargo, optó por un tercer camino que, hasta aquel momento, Haskoz no hubiese creído posible. No devolvió el kunai, tan poco lo recibió, simplemente… lo transformó en una bomba de humo.
—Sí, claro que estamos juntos, los dos estamos aquí y ahora, es más, ahora estamos juntos los cuatro.
El Uchiha dejó escapar el aire por la nariz, evitando a duras penas la carcajada. De no saber que le había malinterpretado, Haskoz le hubiese hecho la ola por ser capaz de contener en tan pocas palabras tanto ingenio.
—No, no. No me refería a… Bah —hizo un ademán, como quitándole importancia—, déjalo. No importa.
De todas maneras, ambas kunoichis habían optado por continuar la conversación, y prefirió mantenerse atento. Si algo había aprendido de sus compañeras del orfanato, era que un simple intercambio de halagos y sonrisas para los hombres encubría a veces un juego mucho más peligroso de trasfondo para ellas. ¿Acaso las palabras de Noemi indicaban un sutil reproche? Y la respuesta de Eri… ¿un desafío encubierto? ¿Había habido un leve tono irónico en el timbre de su voz?
El oído del Uchiha todavía no era capaz de discernir tantos matices, pero su intuición le decía que por el momento todo iba bien.
Entonces Eri soltó la bomba:
—Ya que hemos coincidido los cuatro, podríamos ir juntos, así será más divertido.
Divertirnos… Los cuatro… Juntos. Una revelación iluminó la mente del Uchiha, tan cegadora como repentina. ¿Y si el que no había estado pillando las indirectas era él y no Eri? ¿Y sí Eri había entendido perfectamente lo que le había preguntado anteriormente? Si la respuesta a ambas preguntas era afirmativa, ¿quién en su sano juicio culparía a Haskoz por pensar que lo que en realidad le estaba proponiendo ahora se trataba de una or…?
Negó con la cabeza y suspiró, triste. Era Eri, después de todo. Tener esperanzas en cumplir una fantasía como aquella era como encargar una misión de rango B a un Kusagureño y esperar que tuviese éxito.
Una utopía.
—Claro —respondió al fin, a la propuesta de Eri—. Además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi —Lo había buscado tanto como un Kusagureño un trabajo de provecho. Es decir, nada en absoluto—. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa —los ojos de Haskoz se pararon en Nabi, mientras su mandíbula se tensaba—. Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.
Por azares del destino, un fuerte viento sopló de pronto en la cubierta del barco, azotando los cabellos y ropajes de los ninjas y poniendo un punto dramático a sus últimas palabras. La vela, ya desplegada, abrazó al viento como una madre a su retoño, y Haskoz tuvo que dar un par de pasos rápidos hacia un lado para no caerse por el impulso repentino que había dado el barco.
Los shinobis se adentraban, al fin, hacia la mar.
Una gota de sudor frío resbaló por la espalda del Uchiha mientras evitaba deliberadamente establecer contacto visual con Noemi. Mejor no jugar con fuego. No hasta que las peligrosas llamas se hubiesen convertido en tan solo unas cálidas y agradables brasas.
Así pues, devolvió la pelota al tejado de ellos, preguntándoles poco menos que por su relación, tras señalar con la mirada el abrazo que ejercía Eri sobre Nabi. El rubio captó en seguida la indirecta —que de indirecta no tenía nada—, y optó por imitar a Haskoz y devolverle nuevamente la pelota. Era como si se estuviesen lanzando kunais y ninguno de ellos diese en el blanco. Eri, sin embargo, optó por un tercer camino que, hasta aquel momento, Haskoz no hubiese creído posible. No devolvió el kunai, tan poco lo recibió, simplemente… lo transformó en una bomba de humo.
—Sí, claro que estamos juntos, los dos estamos aquí y ahora, es más, ahora estamos juntos los cuatro.
El Uchiha dejó escapar el aire por la nariz, evitando a duras penas la carcajada. De no saber que le había malinterpretado, Haskoz le hubiese hecho la ola por ser capaz de contener en tan pocas palabras tanto ingenio.
—No, no. No me refería a… Bah —hizo un ademán, como quitándole importancia—, déjalo. No importa.
De todas maneras, ambas kunoichis habían optado por continuar la conversación, y prefirió mantenerse atento. Si algo había aprendido de sus compañeras del orfanato, era que un simple intercambio de halagos y sonrisas para los hombres encubría a veces un juego mucho más peligroso de trasfondo para ellas. ¿Acaso las palabras de Noemi indicaban un sutil reproche? Y la respuesta de Eri… ¿un desafío encubierto? ¿Había habido un leve tono irónico en el timbre de su voz?
El oído del Uchiha todavía no era capaz de discernir tantos matices, pero su intuición le decía que por el momento todo iba bien.
Entonces Eri soltó la bomba:
—Ya que hemos coincidido los cuatro, podríamos ir juntos, así será más divertido.
Divertirnos… Los cuatro… Juntos. Una revelación iluminó la mente del Uchiha, tan cegadora como repentina. ¿Y si el que no había estado pillando las indirectas era él y no Eri? ¿Y sí Eri había entendido perfectamente lo que le había preguntado anteriormente? Si la respuesta a ambas preguntas era afirmativa, ¿quién en su sano juicio culparía a Haskoz por pensar que lo que en realidad le estaba proponiendo ahora se trataba de una or…?
Negó con la cabeza y suspiró, triste. Era Eri, después de todo. Tener esperanzas en cumplir una fantasía como aquella era como encargar una misión de rango B a un Kusagureño y esperar que tuviese éxito.
Una utopía.
—Claro —respondió al fin, a la propuesta de Eri—. Además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi —Lo había buscado tanto como un Kusagureño un trabajo de provecho. Es decir, nada en absoluto—. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa —los ojos de Haskoz se pararon en Nabi, mientras su mandíbula se tensaba—. Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.
Por azares del destino, un fuerte viento sopló de pronto en la cubierta del barco, azotando los cabellos y ropajes de los ninjas y poniendo un punto dramático a sus últimas palabras. La vela, ya desplegada, abrazó al viento como una madre a su retoño, y Haskoz tuvo que dar un par de pasos rápidos hacia un lado para no caerse por el impulso repentino que había dado el barco.
Los shinobis se adentraban, al fin, hacia la mar.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado