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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#30
Akame no pudo evitar ensanchar su plácida sonrisa al ver los apuros por los que parecía estar pasando Eri. Claro, que no era felicidad lo que sentía, sino la más profunda de las desgracias, y aquel no era sino su forma de canalizar tanta impotencia. No ya por la muchacha en sí, sino porque se sentía completamente inhabilitado para establecer cualquier tipo de relación con una kunoichi de la Aldea. Simplemente, no se le daba bien. Algo dentro de él, algo que su maestra jamás se había preocupado en moldear, le daba coces en el estómago y le hacía un nudo en la garganta cada vez que intentaba hablar con una de sus compañeras.

Gracias, Eri-san, eres muy amable —fue cuanto pudo decir, y su voz sonó atropellada y poco suya.

Por suerte para los confusos muchachitos, Daruu no tardó en retomar la palabra para salvar la situación. A Akame ya le cayó bien sólo por eso —que no fue poco— y así trató de hacérselo saber con una mirada que destilaba sincera gratitud. Nunca había conocido a un shinobi de Amegakure, pero aquel chico parecía buena persona.

El Amedama pasó entonces a relatarle los pormenores de la aventura que les había llevado, a ambos, hasta Ushi. Akame escuchó la historia con prudente interés primero y con auténtica excitación después. Cuando Daruu hubo terminado, los ojos del joven Uchiha estaban tan abiertos que parecían a punto de salírsele de la cara. Su cabeza empezó a funcionar a la velocidad que ameritaban todos los mecanismos que aquel relato había activado; Konohagakure. «Tiene que ser una broma, ¡un shinobi de la mismísima Aldea de la Hoja! ¿Será un Uchiha? ¿Será un anciano superviviente de la catástrofe? ¿Qué clase de historias podría contarnos?»

Casi pasó por alto el hecho de que Daruu había especificado claramente que aquel ninja no era precisamente amigable. Pero al jovencísimo Uchiha, inmerso ya en sus fantasías, poco le importaba ese detalle. Tratando de serenarse —o, al menos, aparentar su calma habitual—, Akame carraspeó y tomó otro sorbo de té.

Es muy interesante esto que me cuentas, Daruu-kun —comenzó—. Nunca había oído algo similar... Y es precisamente por eso por lo que creo que deberíamos investigar este asunto. ¿Y si fuera cierto? Un auténtico shinobi de Konoha... O de lo que sea que quede de ella. ¡Sería una historia para la posteridad!

»¿No? —tanteó a sus compañeros de profesión, con los ojos encendidos de emoción.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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Mensajes en este tema
RE: Lo que mis ojos no pueden ver - por Uchiha Akame - 20/02/2017, 23:33


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