21/02/2017, 22:55
(Última modificación: 21/02/2017, 22:59 por Uzumaki Eri.)
—Claro, además, hace tiempo que estaba buscando a Nabi. Tengo que comentarle cierta cosa de vital importancia para la Villa Aunque me temo que eso tendrá que ser en… privado.
CHANCHANCHANCHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN. Desde luego Haskoz y yo no teniamos muchos temas de conversación por los que tuvieramos que hablar en privado. Las opciones se encontraban tan reducidas que solo podían ser dos cosas, la votación sobre qué kunoichi estaba más buena o cómo me las ingenie para que sus ropas de recambio de la última clase de Taijutsu olieran a perro mojado. Cualquiera de las dos opciones era un tema que prefería evitar.
—¿De nuevo lo de la votación? Va siendo hora de que lo superes.
— ¿Votación?
Vale, la cosa estaba peor de lo que pensaba. Noemi lo sabía y al llegar al barco Noemi parecía enfadada con alguien, ese alguien era Haskoz, quien ahora queria hablar conmigo en privado. El muy cabrón se había ido de la lengua para ganarse la confianza de su ligue, habíamos hecho un trato joder. Maldito traidor hijo de un chacal. Clavé la mirada en Haskoz y apreté los dientes, me contuve de hacer comentario alguno sobre el tema.
— Sí, hablemos en privado.
Por suerte, la rubia se llevó a Eri al otro extremo del navío. En cuanto se alejaron lo suficiente me giré hacia Haskoz y le agarré del cuello de la camiseta.
— ¿Nos has vendido, traidor? ¡¿Para marcarte un tanto ante Sakamoto?! ¿Cuanto le has contado? ¡¿Cuanto sabe?! ¿¡Se lo va a contar a Eri-chan!? Joder, Haskoz. Nos has jodido pero bien.
La violencia no iba a solucionar nada y me preocupaba más qué pensaría Eri-sama si ahora se enterara de que la mitad de los shinobis que conoce tienen pensamientos perversos con ella. Ahora que por fin había atraído su atención se iba a ir todo a la mierda, sabiendo como es Sakamoto le contará hasta los fueras de juego, los penaltis, las tarjetas.
¿Y si no solo era sobre la votación? ¿¡Y si lo sabía todo!? La única forma de salir impune era que el barco se hundiese. Daba dos pasos en una dirección y giraba en redondo para volver por donde había venido, y así estuve dando vueltas a mi mismo y a mi cabeza. Ganas de tirar a Haskoz por la borda intensifies.
CHANCHANCHANCHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN. Desde luego Haskoz y yo no teniamos muchos temas de conversación por los que tuvieramos que hablar en privado. Las opciones se encontraban tan reducidas que solo podían ser dos cosas, la votación sobre qué kunoichi estaba más buena o cómo me las ingenie para que sus ropas de recambio de la última clase de Taijutsu olieran a perro mojado. Cualquiera de las dos opciones era un tema que prefería evitar.
—¿De nuevo lo de la votación? Va siendo hora de que lo superes.
— ¿Votación?
Vale, la cosa estaba peor de lo que pensaba. Noemi lo sabía y al llegar al barco Noemi parecía enfadada con alguien, ese alguien era Haskoz, quien ahora queria hablar conmigo en privado. El muy cabrón se había ido de la lengua para ganarse la confianza de su ligue, habíamos hecho un trato joder. Maldito traidor hijo de un chacal. Clavé la mirada en Haskoz y apreté los dientes, me contuve de hacer comentario alguno sobre el tema.
— Sí, hablemos en privado.
Por suerte, la rubia se llevó a Eri al otro extremo del navío. En cuanto se alejaron lo suficiente me giré hacia Haskoz y le agarré del cuello de la camiseta.
— ¿Nos has vendido, traidor? ¡¿Para marcarte un tanto ante Sakamoto?! ¿Cuanto le has contado? ¡¿Cuanto sabe?! ¿¡Se lo va a contar a Eri-chan!? Joder, Haskoz. Nos has jodido pero bien.
La violencia no iba a solucionar nada y me preocupaba más qué pensaría Eri-sama si ahora se enterara de que la mitad de los shinobis que conoce tienen pensamientos perversos con ella. Ahora que por fin había atraído su atención se iba a ir todo a la mierda, sabiendo como es Sakamoto le contará hasta los fueras de juego, los penaltis, las tarjetas.
¿Y si no solo era sobre la votación? ¿¡Y si lo sabía todo!? La única forma de salir impune era que el barco se hundiese. Daba dos pasos en una dirección y giraba en redondo para volver por donde había venido, y así estuve dando vueltas a mi mismo y a mi cabeza. Ganas de tirar a Haskoz por la borda intensifies.
—Nabi—