22/02/2017, 04:30
El viaje había sido bastante más largo y atroz para la kunoichi de lo que jamás se hubiese esperado, había pasado días enteros caminando por causa de aquella carta que la citaba allí y seguramente cualquiera de sus hermanas la habría pasado mucho mejor, pues con la experiencia que tenían habrían tomado mejores decisiones que Noemi aunque había una que realmente había que reconocerle y fue la de traer a Maki, otra de las tantas sirvientas de los Sakamoto que si bien, reunía los rasgos más característicos de las féminas de la familia, tenía unos ojos de un color cobrizo y un cuerpo bastante más robusto que el de la joven kunoichi, aunque no dejaba de ser atractiva a la vista. Ella era la que se encargaba de llevar todas las posesiones de Noemi cosa que realmente no parecía afectarle en lo más mínimo.
—Debe ser ahí. —Diría con serenidad la sirvienta que le llevaba unos cuántos años a su ama.
—¿Tú crees…? —Consultó no muy convencida de lo que le habían dicho, aunque estaba bastante cómoda siendo llevada como saco de papas por la contraria.
Pues sí, durante el viaje la menor se había puesto caprichosa y en pleno berrinche Maki decidió cargarla sobre su hombro para llevarla y terminar de una maldita vez con ese desastroso viaje.
A la distancia la sirvienta podía ver perfectamente un par de figuras acercándose a un edificio cuyo letrero ponía en claro “Sauce cambiante”, la posada en la que deberían de hospedarse hasta terminar con todo eso relacionado al artista. Pero de todas formas, incluso suponiendo que se trataba de otro de los citados prefirió mantener distancias hasta el momento en que ingresó sin molestarse en bajar a Noemi que estaba más entretenida mirando el horizonte, hasta que vio pasar el umbral de la puerta.
—¡Pero bájame antes de meterte! —En cuanto gritó la chica comenzó a removerse y patalear en un intento por liberarse que al final sería efectivo, aunque solamente porque la otra así lo quiso dejándola caer sin más a un lado de su robusto cuerpo. —¡Por amor a dios! —Se quejaba Noemi mientras se levantaba algo adolorida del suelo, esperando que no hubiesen demasiados testigos de su no tan brillante entrada.
Lamentablemente para la kunoichi, allí habían varias personas entre las cuales, uno que se le hacía conocido, demasiado para su gusto.
«Me cago en la puta. »Pensó al reconocer a Akame, bastante cómodo tomando su té como toda su vida había hecho al menos dentro de Uzushiogakure. A los otros sí que no los reconocía.
—Debe ser ahí. —Diría con serenidad la sirvienta que le llevaba unos cuántos años a su ama.
—¿Tú crees…? —Consultó no muy convencida de lo que le habían dicho, aunque estaba bastante cómoda siendo llevada como saco de papas por la contraria.
Pues sí, durante el viaje la menor se había puesto caprichosa y en pleno berrinche Maki decidió cargarla sobre su hombro para llevarla y terminar de una maldita vez con ese desastroso viaje.
A la distancia la sirvienta podía ver perfectamente un par de figuras acercándose a un edificio cuyo letrero ponía en claro “Sauce cambiante”, la posada en la que deberían de hospedarse hasta terminar con todo eso relacionado al artista. Pero de todas formas, incluso suponiendo que se trataba de otro de los citados prefirió mantener distancias hasta el momento en que ingresó sin molestarse en bajar a Noemi que estaba más entretenida mirando el horizonte, hasta que vio pasar el umbral de la puerta.
—¡Pero bájame antes de meterte! —En cuanto gritó la chica comenzó a removerse y patalear en un intento por liberarse que al final sería efectivo, aunque solamente porque la otra así lo quiso dejándola caer sin más a un lado de su robusto cuerpo. —¡Por amor a dios! —Se quejaba Noemi mientras se levantaba algo adolorida del suelo, esperando que no hubiesen demasiados testigos de su no tan brillante entrada.
Lamentablemente para la kunoichi, allí habían varias personas entre las cuales, uno que se le hacía conocido, demasiado para su gusto.
«Me cago en la puta. »Pensó al reconocer a Akame, bastante cómodo tomando su té como toda su vida había hecho al menos dentro de Uzushiogakure. A los otros sí que no los reconocía.