22/02/2017, 13:06
(Última modificación: 29/07/2017, 01:38 por Amedama Daruu.)
Daruu se acercó a ella. Por el gesto de su rostro parecía preocupado, y Ayame no pudo evitar lanzarle una mirada cargada de disculpas como hacía siempre que entrenaba con su padre o su hermano y no conseguía hacer algo bien. Sin embargo, la respuesta de su compañero fue muy diferente a la que solía recibir:
—¡Que sí que puedes mujer! —la animó, y Ayame se mordió el labio inferior—. Oye, el clan Hozuki. ¿Qué habilidades tiene? ¿Qué sabes... hacer?
Aquello parecía una especie de permiso para permitirse un pequeño descanso. Por eso, Ayame suspiró profundamente y dejó que el clon se deshiciera en un pequeño estallido. En realidad, no acostumbraba a hablar de sus habilidades con el resto de la gente. Sobre todo si eran shinobi. Sabía que era un acto arriesgado exponer de aquella forma sus fortalezas y debilidades. Pero Daruu le estaba ayudando con su entrenamiento de forma totalmente altruista, e incluso le había hablado del Byakugan. Aunque fuera de manera superficial. En cierta manera se sentía en deuda con él.
—El clan Hōzuki se especializa en el uso del Suiton —le respondió, y a sabiendas de que aquello era demasiado general sacudió levemente la cabeza—. Pero va mucho más allá del uso que les dan otros shinobi ajenos al clan. Nosotros somos el agua.
Apoyó las manos en el suelo y se impulsó para volver a reincorporarse.
—En algún momento lo comprobarás. Por el momento tendrás que conformarte con eso —le sonrió. Pero enseguida retornó a su gesto serio y concentrado. Volvió a cerrar los ojos y entrelazó las manos—. ¡Bunshin no Jutsu!
La réplica volvió a materializarse. En aquella ocasión parecía que se sostenía sobre sus dos piernas, aunque fuera a duras penas, pero seguía siendo una masa amorfa y gelatinosa. Y seguía teniendo aquella estúpida sonrisa en la cara.
—¿¡Pero por quééééé!? —gimoteaba Ayame, al punto de estirarse de los pelos.
—¡Que sí que puedes mujer! —la animó, y Ayame se mordió el labio inferior—. Oye, el clan Hozuki. ¿Qué habilidades tiene? ¿Qué sabes... hacer?
Aquello parecía una especie de permiso para permitirse un pequeño descanso. Por eso, Ayame suspiró profundamente y dejó que el clon se deshiciera en un pequeño estallido. En realidad, no acostumbraba a hablar de sus habilidades con el resto de la gente. Sobre todo si eran shinobi. Sabía que era un acto arriesgado exponer de aquella forma sus fortalezas y debilidades. Pero Daruu le estaba ayudando con su entrenamiento de forma totalmente altruista, e incluso le había hablado del Byakugan. Aunque fuera de manera superficial. En cierta manera se sentía en deuda con él.
—El clan Hōzuki se especializa en el uso del Suiton —le respondió, y a sabiendas de que aquello era demasiado general sacudió levemente la cabeza—. Pero va mucho más allá del uso que les dan otros shinobi ajenos al clan. Nosotros somos el agua.
Apoyó las manos en el suelo y se impulsó para volver a reincorporarse.
—En algún momento lo comprobarás. Por el momento tendrás que conformarte con eso —le sonrió. Pero enseguida retornó a su gesto serio y concentrado. Volvió a cerrar los ojos y entrelazó las manos—. ¡Bunshin no Jutsu!
La réplica volvió a materializarse. En aquella ocasión parecía que se sostenía sobre sus dos piernas, aunque fuera a duras penas, pero seguía siendo una masa amorfa y gelatinosa. Y seguía teniendo aquella estúpida sonrisa en la cara.
—¿¡Pero por quééééé!? —gimoteaba Ayame, al punto de estirarse de los pelos.