28/02/2017, 20:56
—Entiendo... ¿Has probado a lanzar shurikens de madera o plástico? Son mas ligeros, y puedes darle un buen uso para pillar puntería —respondió la pelirroja—. No se clavarán, pero en si solo buscas que golpeen donde deseas... cuando vayan al sitio, entonces puedes pillar los normales. Al menos yo empecé así.
Ayame se llevó una mano al mentón, pensativa.
—Pues... la verdad, no lo he probado... Pero un shuriken de plástico o madera no pesa lo mismo que uno de metal, y ya me he acostumbrado a estos. A lo mejor si hago eso sería dar un paso atrás y tardaría demasiado en dominarlo... —reflexionaba, casi más para sí misma que para sus acompañantes.
—Ah, y si le atas al shuriken hilo shinobi, te ahorras tener que ir buscando uno por uno... solo jalas del hilo, y los recoges.
—¡Oh! ¡Eso sí es una buena idea! ¡Gracias! ¡No sé como no se me ha ocurrido antes! —exclamó, dando una palmada de alegría.
Se presentó a sí misma, y a ella la siguieron Manase Mogura, el chico de pelo oscuro, y Watasashi Aiko, la chica pelirroja. Ayame inclinó la cabeza ante ambos como gesto de respeto, pero se reincorporó de golpe al escuchar la repentina pregunta de Aiko. Sintió el filo de los shuriken acariciar la palma de su mano en su movimiento, pero por suerte no llegó a cortarse.
—Así que no son pareja... ¿no?
—¿¡Eh!? —balbuceó, y su rostro pronto se encendió como los cabellos de Aiko—. ¡Para nada! Acabamos de conocernos y simplemente me estaba ayudando con el entrenamiento, ¿a que sí, Mogura-san?
Ayame se llevó una mano al mentón, pensativa.
—Pues... la verdad, no lo he probado... Pero un shuriken de plástico o madera no pesa lo mismo que uno de metal, y ya me he acostumbrado a estos. A lo mejor si hago eso sería dar un paso atrás y tardaría demasiado en dominarlo... —reflexionaba, casi más para sí misma que para sus acompañantes.
—Ah, y si le atas al shuriken hilo shinobi, te ahorras tener que ir buscando uno por uno... solo jalas del hilo, y los recoges.
—¡Oh! ¡Eso sí es una buena idea! ¡Gracias! ¡No sé como no se me ha ocurrido antes! —exclamó, dando una palmada de alegría.
Se presentó a sí misma, y a ella la siguieron Manase Mogura, el chico de pelo oscuro, y Watasashi Aiko, la chica pelirroja. Ayame inclinó la cabeza ante ambos como gesto de respeto, pero se reincorporó de golpe al escuchar la repentina pregunta de Aiko. Sintió el filo de los shuriken acariciar la palma de su mano en su movimiento, pero por suerte no llegó a cortarse.
—Así que no son pareja... ¿no?
—¿¡Eh!? —balbuceó, y su rostro pronto se encendió como los cabellos de Aiko—. ¡Para nada! Acabamos de conocernos y simplemente me estaba ayudando con el entrenamiento, ¿a que sí, Mogura-san?