1/03/2017, 00:42
(Última modificación: 29/07/2017, 01:40 por Amedama Daruu.)
—Yo... yo sólo quiero... que papá me reconozca... —gimoteó Ayame.
Así que en el fondo, todo era por su padre. Daruu conocía lo suficientemente bien a Zetsuo —y lo conocía muy poco— para saber que no era el típico padre que te da un abracito cuando llegas a casa después de suspender y te dice "no pasa nada, a la próxima tú puedes". Pero es el típico padre que esperaría que su hija hiciera algo más que llorar, y dado el tipo de personalidad que tenía Ayame, eso le podía traer problemas.
—Supongo que tu padre no quiere que estés así, ni que te excuses, sólo quiere resultados —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero si sigues intentándolo, muy pronto podrás decirle con todo el orgullo del mundo que ya has aprobado.
Daruu se acercó a Ayame. Titubeó un momento, y luego, la rodeó con los brazos de una forma un poco incómoda. No estaba acostumbrado a estas cosas y tampoco es que tuvieran mucha confianza.
—No llores. Tú puedes, Ayame.
Así que en el fondo, todo era por su padre. Daruu conocía lo suficientemente bien a Zetsuo —y lo conocía muy poco— para saber que no era el típico padre que te da un abracito cuando llegas a casa después de suspender y te dice "no pasa nada, a la próxima tú puedes". Pero es el típico padre que esperaría que su hija hiciera algo más que llorar, y dado el tipo de personalidad que tenía Ayame, eso le podía traer problemas.
—Supongo que tu padre no quiere que estés así, ni que te excuses, sólo quiere resultados —dijo, encogiéndose de hombros—. Pero si sigues intentándolo, muy pronto podrás decirle con todo el orgullo del mundo que ya has aprobado.
Daruu se acercó a Ayame. Titubeó un momento, y luego, la rodeó con los brazos de una forma un poco incómoda. No estaba acostumbrado a estas cosas y tampoco es que tuvieran mucha confianza.
—No llores. Tú puedes, Ayame.