4/03/2017, 16:31
Akame tragó saliva cuando su superior empezó a hablar. La situación se estaba desenvolviendo tal y como él pensaba; un ninja de Amegakure no podía tener acceso a la información que aquel shinobi rubio acababa de revelarles. «¿Y por qué demonios nos lo ha contado con él delante? Maldición, esto se va a poner difícil...». El Uchiha no creía que aquel chuunin estuviese dispuesto a simplemente hacer desaparecer a un gennin de otra Aldea, arriesgándose con ello a volar por los aires todos los tratados diplomáticos internacionales que tantos años les habían costado a los Kages de las Tres Grandes Villas.
No dio tiempo. Quizá el chuunin les hubiese ordenado que mataran al tal Daruu. O, tal vez, simplemente que le inmovilizasen mientras él se ocupaba de arreglar la situación sin causar un conflicto diplomático. De repente, una bomba de humo hizo explosión y la taberna se llenó, por momentos, de su contenido; una espesa cortina negruzca que les nubló la visión a todos e hizo toser varias veces al Uchiha.
—¡Cof, ccof! ¡Por la ventana! ¡Rápido, cogedle!
Akame no se lo pensó dos veces. Con sus ojos rojos por el Sharingan, echó a correr hacia donde recordaba que momentos antes había estado la ventana del local. En su carrera trataba de tantear el terreno con ambos brazos, palpando posibles obstáculos para no chocarse con algún mueble.
Una vez junto a la ventana, echaría un rápido vistazo para asegurarse de que Daruu no pretendía emboscarle fuera y luego la saltaría con cuanta agilidad fuera posible. Tenía que localizar a aquel amejin antes de que escapase.
No dio tiempo. Quizá el chuunin les hubiese ordenado que mataran al tal Daruu. O, tal vez, simplemente que le inmovilizasen mientras él se ocupaba de arreglar la situación sin causar un conflicto diplomático. De repente, una bomba de humo hizo explosión y la taberna se llenó, por momentos, de su contenido; una espesa cortina negruzca que les nubló la visión a todos e hizo toser varias veces al Uchiha.
—¡Cof, ccof! ¡Por la ventana! ¡Rápido, cogedle!
Akame no se lo pensó dos veces. Con sus ojos rojos por el Sharingan, echó a correr hacia donde recordaba que momentos antes había estado la ventana del local. En su carrera trataba de tantear el terreno con ambos brazos, palpando posibles obstáculos para no chocarse con algún mueble.
Una vez junto a la ventana, echaría un rápido vistazo para asegurarse de que Daruu no pretendía emboscarle fuera y luego la saltaría con cuanta agilidad fuera posible. Tenía que localizar a aquel amejin antes de que escapase.