6/03/2017, 00:30
(Última modificación: 29/07/2017, 01:40 por Amedama Daruu.)
—¡Pero podrías acogerme en tu casa! —sugirió, resistiéndose a avanzar. Daruu soltó la mano, incrédulo. ¿Pero qué leches estaba diciendo ahora esta?—. S... sólo hasta que aprobara el examen... así mi padre ya no estaría enfadado y...
Daruu se acercó a Ayame, y señaló con el dedo índice la base de su cuello. Le daba ligeros toquecillos mientras decía:
—¡Claro, fantástica idea! ¿Sabes lo que pasaría? Que al primer día que no te viera llegar empezaría a buscar por toda la aldea como un loco, y a quien primero pediría ayuda es a mi madre, porque se conocen de hace años. Y entonces te vería allí, y se nos caería el pelo. ¡No digas bobadas!
Daruu suspiró, se dio la vuelta y se cruzó de brazos.
—Lo único que puedo hacer es invitarte a un chocolate en la cafetería de mamá —dijo, finalmente—. A ver si así te animas. Pero tienes que volver. ¿No quieres que tu padre te reconozca? ¿Cómo te va a reconocer si ni siquiera tienes el valor para asumir tus fracasos?
Daruu se acercó a Ayame, y señaló con el dedo índice la base de su cuello. Le daba ligeros toquecillos mientras decía:
—¡Claro, fantástica idea! ¿Sabes lo que pasaría? Que al primer día que no te viera llegar empezaría a buscar por toda la aldea como un loco, y a quien primero pediría ayuda es a mi madre, porque se conocen de hace años. Y entonces te vería allí, y se nos caería el pelo. ¡No digas bobadas!
Daruu suspiró, se dio la vuelta y se cruzó de brazos.
—Lo único que puedo hacer es invitarte a un chocolate en la cafetería de mamá —dijo, finalmente—. A ver si así te animas. Pero tienes que volver. ¿No quieres que tu padre te reconozca? ¿Cómo te va a reconocer si ni siquiera tienes el valor para asumir tus fracasos?