15/06/2015, 21:38
Alguien tiró de la camiseta, y Daruu se dio la vuelta justo a tiempo para interceptar con las manos el cascabel que Reiji le había arrojado casi a quemarropa.
—¿Eh, qué? —dijo el chico, confundido.
El vampiro ahora era un cuervo, y anonadado el rubio observaba con la boca abierta como el animal conseguía surcar el cielo directo al cascabel que Kori tenía atado en la cintura. «¿Cómo coño...?» —pensó, pero no podía quedarse quieto mientras los demás actuaban. Y se le acababa de ocurrir una gran idea.
«Podría serme útil...» —Apuntó con uno de sus Darumanegai al suelo y absorbió la capa de hielo que se estaba formando bajo los pies de Kori, aproximadamente dos metros cuadrados de técnica. «Tu hielo es mío.»
Y lo mejor es que estaba de espaldas, con los ojos cerrados y contando. No podría haber descubierto la función de sus Darumas. O rezó para que no la supiese. De cualquier forma, aunque lo hubiese visto, no sabía que podía devolver la técnica absorbida... Jugaría con esa baza oculta.
Estaba tan concentrado en absorber la técnica de su sensei que no se había dado cuenta de que Reiji había alcanzado el cascabel. Y sin embargo, el Hielo había estallado en una nube de humo, dejando como único rastro la bolsa con el bollito de vainilla que Reiji no había podido comerse. Daruu apretó los puños. Eso solo significaba que... El último cascabel lo llevaba el auténtico. Y tendrían que quitárselo. No sería tan fácil como esconderse y esperar.
—Mierda —maldijo Daruu, y se acercó al envoltorio con el pastel. Lo agarro y entrecerró los ojos. «¿Y si...?»
Ayame gritó el nombre de Reiji, y Daruu volteó rápidamente para ver como la muchacha le lanzaba el cascabel restante y se lanzaba al agua de cabeza.
—¡Espera, Ayame! ¿Y qué pasa contigo? —Extendió la mano, intentando detenerla, pero ya era tarde. «Mierda, mierda, ¡mierda!»
Se sostuvo un silencio tenso durante unos segundos. Finalmente, Daruu comenzó a caminar hacia el bosque.
—Ayame. —De espaldas a Reiji y al lago, el rubio se aventuraba sólo hacia la vegetación—. Somos un equipo, y aprobaremos como un equipo. Si tengo la oportunidad de quitarle el cascabel a Kori, vendré a dártelo. Estate atenta. Reiji, ¿estás de acuerdo, verdad?
No esperó respuesta, y echó a correr hacia el bosque.
—¡Dividámonos!
Al borde del claro de un bosque, un extraño pollo de color dorado yacía postrado en la rama de un árbol.
—Pío —decía de vez en cuando—. Eh... pío —trataba de disimular Daruu cuando veía a otro pájaro diferente.
En el suelo, bañado por un haz de luz, una bolsa con un bollito de vainilla.
«¿Estoy haciendo esto en serio? No hay forma de que vaya a picar en un truco tan barato...»
—¿Eh, qué? —dijo el chico, confundido.
El vampiro ahora era un cuervo, y anonadado el rubio observaba con la boca abierta como el animal conseguía surcar el cielo directo al cascabel que Kori tenía atado en la cintura. «¿Cómo coño...?» —pensó, pero no podía quedarse quieto mientras los demás actuaban. Y se le acababa de ocurrir una gran idea.
«Podría serme útil...» —Apuntó con uno de sus Darumanegai al suelo y absorbió la capa de hielo que se estaba formando bajo los pies de Kori, aproximadamente dos metros cuadrados de técnica. «Tu hielo es mío.»
Y lo mejor es que estaba de espaldas, con los ojos cerrados y contando. No podría haber descubierto la función de sus Darumas. O rezó para que no la supiese. De cualquier forma, aunque lo hubiese visto, no sabía que podía devolver la técnica absorbida... Jugaría con esa baza oculta.
Estaba tan concentrado en absorber la técnica de su sensei que no se había dado cuenta de que Reiji había alcanzado el cascabel. Y sin embargo, el Hielo había estallado en una nube de humo, dejando como único rastro la bolsa con el bollito de vainilla que Reiji no había podido comerse. Daruu apretó los puños. Eso solo significaba que... El último cascabel lo llevaba el auténtico. Y tendrían que quitárselo. No sería tan fácil como esconderse y esperar.
—Mierda —maldijo Daruu, y se acercó al envoltorio con el pastel. Lo agarro y entrecerró los ojos. «¿Y si...?»
Ayame gritó el nombre de Reiji, y Daruu volteó rápidamente para ver como la muchacha le lanzaba el cascabel restante y se lanzaba al agua de cabeza.
—¡Espera, Ayame! ¿Y qué pasa contigo? —Extendió la mano, intentando detenerla, pero ya era tarde. «Mierda, mierda, ¡mierda!»
Se sostuvo un silencio tenso durante unos segundos. Finalmente, Daruu comenzó a caminar hacia el bosque.
—Ayame. —De espaldas a Reiji y al lago, el rubio se aventuraba sólo hacia la vegetación—. Somos un equipo, y aprobaremos como un equipo. Si tengo la oportunidad de quitarle el cascabel a Kori, vendré a dártelo. Estate atenta. Reiji, ¿estás de acuerdo, verdad?
No esperó respuesta, y echó a correr hacia el bosque.
—¡Dividámonos!
···
Al borde del claro de un bosque, un extraño pollo de color dorado yacía postrado en la rama de un árbol.
—Pío —decía de vez en cuando—. Eh... pío —trataba de disimular Daruu cuando veía a otro pájaro diferente.
En el suelo, bañado por un haz de luz, una bolsa con un bollito de vainilla.
«¿Estoy haciendo esto en serio? No hay forma de que vaya a picar en un truco tan barato...»