20/03/2017, 03:24
—¡Ehhhh! mi nombre es Kaido, y... tengo una sola inquietud —dijo, mientras probaba otro bocado—. es que vuestra comida está desabrida, así que sería de gran ayuda que me traigáis un tarro con un poco de sal, si sois tan jodidamente amables.
—Es un gusto conocerte, Kaido-san —respondió con suma amabilidad, mientras hacia un leve gesto hacia los empleados.
Antes de que aquel ser azulado pudiese presentar alguna otra queja, uno de los sirvientes se encargo de llevarle un tarrito lleno de sal. Kōtetsu lo miro con cierta curiosidad, pues para él los alimentos estaban en su punto exacto. Se le quedo observando un poco más, viendo como desgarraba las gruesas carnes sin necesidad de cuchillo alguno, gracias a dos hileras de afilados dientes medio triangulares que le adornaban la boca.
“Kaido… Que persona tan interesante” pensó, concentrándose ahora en sus propios alimentos.
Sin duda se sentía un poco fuera de lugar en aquel ambiente, pero contar con la presencia de un conocido como Akame le hacía sentir un poco más cómodo, al menos un poco. El Uchiha se limito a ir directamente a la parte interesante, tal como solía hacerlo, pregunto por el motivo que les habia reunido en aquel sitio, pese a que era algo que solo el mismísimo Nishijima podría responder adecuadamente.
—Mi nombre es Uchiha Akame, gracias por su hospitalidad —anunció, poniéndose en pie y dedicándole una queda pero cortés reverencia a la dueña del lugar—. Y mi pregunta es... ¿Qué estamos haciendo aquí?
—Es un placer, Akame san. Temo que tengo solo la información de conocimiento “publico”; Están aquí, luego de un cuidadoso proceso de selección, para convertirse en las fuentes que inspiraran la siguiente gran creación de Aquel que le confiere a la piedra humanidad.
—Yo me llamo Sakamoto Noemi, es un placer. —Diría cordialmente y tras una ligera reverencia se dispondría a tomar asiento, no sin antes soltar una pequeña aclaración. —Mis compañeros ya han preguntado lo que quería saber.
—Ya veo. El placer es todo mío, Noemi-san —dijo mientras devolvía la reverencia.
—Disculpe, pero… eso que ha dicho no me ha dejado nada claro —expreso con un poco de vergüenza el peliblanco.
—Es entendible: Recuerdo al señor Satomu como una persona misteriosa, con un aire de severidad y una forma de actuar bastante excéntrica… Cuando lo conocí, hace diez años, pensé que era similar a uno de los tantos artistas extravagantes que he conocido, pero en su caso había algo, una especie de aura oscura, que provocaba que la gente lo considerara tanto atemorizante como atrayente.
»Me pregunto qué tanto habrá cambiado luego de diez años de enclaustramiento.
—Es un gusto conocerte, Kaido-san —respondió con suma amabilidad, mientras hacia un leve gesto hacia los empleados.
Antes de que aquel ser azulado pudiese presentar alguna otra queja, uno de los sirvientes se encargo de llevarle un tarrito lleno de sal. Kōtetsu lo miro con cierta curiosidad, pues para él los alimentos estaban en su punto exacto. Se le quedo observando un poco más, viendo como desgarraba las gruesas carnes sin necesidad de cuchillo alguno, gracias a dos hileras de afilados dientes medio triangulares que le adornaban la boca.
“Kaido… Que persona tan interesante” pensó, concentrándose ahora en sus propios alimentos.
Sin duda se sentía un poco fuera de lugar en aquel ambiente, pero contar con la presencia de un conocido como Akame le hacía sentir un poco más cómodo, al menos un poco. El Uchiha se limito a ir directamente a la parte interesante, tal como solía hacerlo, pregunto por el motivo que les habia reunido en aquel sitio, pese a que era algo que solo el mismísimo Nishijima podría responder adecuadamente.
—Mi nombre es Uchiha Akame, gracias por su hospitalidad —anunció, poniéndose en pie y dedicándole una queda pero cortés reverencia a la dueña del lugar—. Y mi pregunta es... ¿Qué estamos haciendo aquí?
—Es un placer, Akame san. Temo que tengo solo la información de conocimiento “publico”; Están aquí, luego de un cuidadoso proceso de selección, para convertirse en las fuentes que inspiraran la siguiente gran creación de Aquel que le confiere a la piedra humanidad.
—Yo me llamo Sakamoto Noemi, es un placer. —Diría cordialmente y tras una ligera reverencia se dispondría a tomar asiento, no sin antes soltar una pequeña aclaración. —Mis compañeros ya han preguntado lo que quería saber.
—Ya veo. El placer es todo mío, Noemi-san —dijo mientras devolvía la reverencia.
—Disculpe, pero… eso que ha dicho no me ha dejado nada claro —expreso con un poco de vergüenza el peliblanco.
—Es entendible: Recuerdo al señor Satomu como una persona misteriosa, con un aire de severidad y una forma de actuar bastante excéntrica… Cuando lo conocí, hace diez años, pensé que era similar a uno de los tantos artistas extravagantes que he conocido, pero en su caso había algo, una especie de aura oscura, que provocaba que la gente lo considerara tanto atemorizante como atrayente.
»Me pregunto qué tanto habrá cambiado luego de diez años de enclaustramiento.