23/03/2017, 00:53
(Última modificación: 29/07/2017, 01:45 por Amedama Daruu.)
Su cumpleaños era en Aliento Nevado. Claro. Cómo no lo había pensado. ¡Una fisura en su plan maestro! Daruu, honestamente, se dio una palmada en la frente. Y la gente, de nuevo, a su alrededor, estalló en una sonora carcajada.
—¡Pero bueno! ¿¡Es que no se pueden meter ustedes en su vida, narices!? —espetó, malhumorado y avergonzado, y la gente, cortada por el filo de las palabras de Daruu, volvió a sus asuntos entre un murmullo que casi les sonreía.
—¿Ese chocolate también es para mí? —preguntó Kori, señalando la taza de Ayame.
—Sí, la verdad es que no sabía si te gustaba el café o el chocolate. Con Ayame y con Zetsuo lo tengo claro, pero contigo... —Daruu se rascó la cabeza, disimulando.
—Estoy buscando a Ayame, ¿la has visto?
—¿Eh? ¿A Ayame? ¿A tu hermana Ayame? No, no, ¡qué va! ¡No le he visto ni un pelo, jejeje! Nada de nada. ¿Por qué, ha pasado... ha pasado algo?
A esas alturas, la mentira de Daruu tenía ya las patas muy cortas.
Kiroe estrujó la fregona en el suelo de la cocina, y el charco que había sido Ayame cayó sobre los azulejos blancos y negros de la habitación.
—Ya me lo agradeceréis más tarde, Ayame-chan —canturreó Kiroe—. Así que...
Se puso colorada y se retorció un mechón de pelo.
—Así que te gusta mi hijo, ¿eh? —preguntó, levantando y agachando las cejas—. Si es que siempre he pensado que haríais buena pareja. Pero, ¡tan pronto! No me lo esperaba, la verdad.
»¡Que sepas que tienes toda mi aprobación! Y no deberías huir de tu padre por eso. Sé que no se lo va a tomar a bien, ¡pero Daruu es un trozo de pan! Se acostumbrará, tendrá que hacerlo. ¡Debéis luchar por lo vuestro! ¡Como en una peli romántica!
Para peli la que se estaba montando.
—¡Pero bueno! ¿¡Es que no se pueden meter ustedes en su vida, narices!? —espetó, malhumorado y avergonzado, y la gente, cortada por el filo de las palabras de Daruu, volvió a sus asuntos entre un murmullo que casi les sonreía.
—¿Ese chocolate también es para mí? —preguntó Kori, señalando la taza de Ayame.
—Sí, la verdad es que no sabía si te gustaba el café o el chocolate. Con Ayame y con Zetsuo lo tengo claro, pero contigo... —Daruu se rascó la cabeza, disimulando.
—Estoy buscando a Ayame, ¿la has visto?
—¿Eh? ¿A Ayame? ¿A tu hermana Ayame? No, no, ¡qué va! ¡No le he visto ni un pelo, jejeje! Nada de nada. ¿Por qué, ha pasado... ha pasado algo?
A esas alturas, la mentira de Daruu tenía ya las patas muy cortas.
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Kiroe estrujó la fregona en el suelo de la cocina, y el charco que había sido Ayame cayó sobre los azulejos blancos y negros de la habitación.
—Ya me lo agradeceréis más tarde, Ayame-chan —canturreó Kiroe—. Así que...
Se puso colorada y se retorció un mechón de pelo.
—Así que te gusta mi hijo, ¿eh? —preguntó, levantando y agachando las cejas—. Si es que siempre he pensado que haríais buena pareja. Pero, ¡tan pronto! No me lo esperaba, la verdad.
»¡Que sepas que tienes toda mi aprobación! Y no deberías huir de tu padre por eso. Sé que no se lo va a tomar a bien, ¡pero Daruu es un trozo de pan! Se acostumbrará, tendrá que hacerlo. ¡Debéis luchar por lo vuestro! ¡Como en una peli romántica!
Para peli la que se estaba montando.