19/04/2017, 20:02
(Última modificación: 19/04/2017, 20:02 por Uchiha Akame.)
La voz suave de Eri le sacó de sus pensamientos. El Uchiha la buscó con la mirada, y halló a su compañera kunoichi allí mismo. Parecía haberse preparado tan a conciencia como él —cosa que le agradó de sobremanera—, aunque lucía sendas ojeras que sugerían falta de sueño. Akame la entendió a la perfección; él tampoco había dormido mucho, como le ocurría antes de cada misión —por simple que fuese—.
—Buenos días, Eri-san —contestó, devolviéndole una sonrisa amable—. Tan listo como un hombre puede estar.
Si la perspectiva de aquella misión era bastante sombría, el negro futuro pareció clarear un poco más; al menos no estaba solo. Akame no era del tipo de ninja que disfrutaba del trabajo en equipo, pero se trataba de una ocasión especial. «Además, apenas conozco a Eri-san. Puede ser una buena oportunidad para saber su historia», pensó el muchacho.
—Pues vamos allá.
Echó a andar hacia la puerta, esperando que Eri le acompañase. Antes incluso de ser cuestionado por los guardias, sacó el salvoconducto de Shiona y, desenrollándolo, lo mostró a sus colegas ninjas. Poco más hizo falta para que les dejaran pasar, atravesando los gruesos portones de Uzushiogakure no Sato para salir al Continente Ninja.
Apenas hubieron caminado unos instantes cuando Akame fue incapaz de contener la pregunta clave, la incógnita del millón.
—¿Por dónde deberíamos empezar a buscar? —preguntó a su compañera, tratando de disimular el abatimiento que le producía aquella cuestión sin aparente respuesta—. Si ese chico partió de Ushi, entonces la ruta más corta para llegar hasta Arashi no Kuni es bordear Mori no Kuni en dirección al Valle del Fin.
»Aunque eso fue hace tres días...
—Buenos días, Eri-san —contestó, devolviéndole una sonrisa amable—. Tan listo como un hombre puede estar.
Si la perspectiva de aquella misión era bastante sombría, el negro futuro pareció clarear un poco más; al menos no estaba solo. Akame no era del tipo de ninja que disfrutaba del trabajo en equipo, pero se trataba de una ocasión especial. «Además, apenas conozco a Eri-san. Puede ser una buena oportunidad para saber su historia», pensó el muchacho.
—Pues vamos allá.
Echó a andar hacia la puerta, esperando que Eri le acompañase. Antes incluso de ser cuestionado por los guardias, sacó el salvoconducto de Shiona y, desenrollándolo, lo mostró a sus colegas ninjas. Poco más hizo falta para que les dejaran pasar, atravesando los gruesos portones de Uzushiogakure no Sato para salir al Continente Ninja.
Apenas hubieron caminado unos instantes cuando Akame fue incapaz de contener la pregunta clave, la incógnita del millón.
—¿Por dónde deberíamos empezar a buscar? —preguntó a su compañera, tratando de disimular el abatimiento que le producía aquella cuestión sin aparente respuesta—. Si ese chico partió de Ushi, entonces la ruta más corta para llegar hasta Arashi no Kuni es bordear Mori no Kuni en dirección al Valle del Fin.
»Aunque eso fue hace tres días...