20/04/2017, 00:24
(Última modificación: 29/07/2017, 02:07 por Amedama Daruu.)
—P... ¿Por qué me estás mirando así...? ¿De qué chakra hablas? —preguntó Ayame, nerviosa.
Daruu desactivó el byakugan de inmediato e hizo una pequeña reverencia.
—Nada, nada. He debido de imaginármelo. Por favor, no te asustes, he dormido poco y creo que veo cosas donde no las hay.
«Pero tengo que pensar sobre esto detenidamente. Estoy seguro de haber visto algo, y no tengo ni idea de por qué. ¿El byakugan me está fallando? ¿Lo habré forzado demasiado durante los entrenamientos...?»
—Yo no he sentido nada extraño —repuso Kori—. Deberíamos continuar, o se nos hará tarde.
—S... ¡sí, Kori-sensei! —Dio un respingo, y se unió a ellos en la marcha.
Durante un rato, el trío marchó en silencio, cada uno con sus propias razones para callar, luego reflexionar, y finalmente olvidar convenientemente lo que había sucedido. Cuando el tema estaba zanjado y enterrado, y un poquito más tarde todavía, Daruu tuvo algo que decir:
—Oye, oye, Kori-sensei... —dijo—. El viaje a Yukio es de casi un día y medio. ¿Vamos a ir directos hacia allá o pararemos en Shinogi-to para dormir?
La sola idea le dio escalofríos. La verdad, no sabía si prefería dormir a la intemperie, incluso teniendo que buscar un refugio seguro contra la lluvia, o si prefería que le comieran las chinches en un catre mohoso de Shinogi-to.
Daruu desactivó el byakugan de inmediato e hizo una pequeña reverencia.
—Nada, nada. He debido de imaginármelo. Por favor, no te asustes, he dormido poco y creo que veo cosas donde no las hay.
«Pero tengo que pensar sobre esto detenidamente. Estoy seguro de haber visto algo, y no tengo ni idea de por qué. ¿El byakugan me está fallando? ¿Lo habré forzado demasiado durante los entrenamientos...?»
—Yo no he sentido nada extraño —repuso Kori—. Deberíamos continuar, o se nos hará tarde.
—S... ¡sí, Kori-sensei! —Dio un respingo, y se unió a ellos en la marcha.
Durante un rato, el trío marchó en silencio, cada uno con sus propias razones para callar, luego reflexionar, y finalmente olvidar convenientemente lo que había sucedido. Cuando el tema estaba zanjado y enterrado, y un poquito más tarde todavía, Daruu tuvo algo que decir:
—Oye, oye, Kori-sensei... —dijo—. El viaje a Yukio es de casi un día y medio. ¿Vamos a ir directos hacia allá o pararemos en Shinogi-to para dormir?
La sola idea le dio escalofríos. La verdad, no sabía si prefería dormir a la intemperie, incluso teniendo que buscar un refugio seguro contra la lluvia, o si prefería que le comieran las chinches en un catre mohoso de Shinogi-to.