21/04/2017, 15:13
Que malo era vivir en una calle donde siempre se montaban todo tipo de tenderetes de comida para llevar y de juegos de feria que sirven mayormente para que te dejes los ryos y no te lleves nada más que ilusiones rotas y una panza llena de comida que podría haberte costado bastante menos.
Pero aún es peor cuando eso te gusta más que le respirar. Llevaba desde que lo habían montado por ahí deambulando, que si un pincho de pescado frito, que si un juego de pescar bolitas con premios dentro, que si otro de tirar botellas más pesadas que yo con una bola más blanda que yo...
Por eso mismo llevaba un peluche de un oso amarillo anaranjado con una camiseta roja de la estatura exacta de Eri, si el oso estaba sentado claro, sino me sacaba una cabeza a mi y todo. Era una señal, la próxima vez que viera a la pelimorada se lo daría declarando mis más profundos sentimientos de amor.
Entonces mi cuerpo se paró en seco, Eri entraba a la especie de feria ahí montada justo por donde yo iba a salir. Por suerte, un oso gigante me protegia. Digo, que tenía que declararme, pero mi cuerpo temblaba como una gelatina azul humanoide en una serie animada más absurda que el propio pensamiento de una gelatina azul humanoide.
La única opción era pararme ahí mismo y esconderme detrás del oso, como un valiente.
Pero aún es peor cuando eso te gusta más que le respirar. Llevaba desde que lo habían montado por ahí deambulando, que si un pincho de pescado frito, que si un juego de pescar bolitas con premios dentro, que si otro de tirar botellas más pesadas que yo con una bola más blanda que yo...
Por eso mismo llevaba un peluche de un oso amarillo anaranjado con una camiseta roja de la estatura exacta de Eri, si el oso estaba sentado claro, sino me sacaba una cabeza a mi y todo. Era una señal, la próxima vez que viera a la pelimorada se lo daría declarando mis más profundos sentimientos de amor.
Entonces mi cuerpo se paró en seco, Eri entraba a la especie de feria ahí montada justo por donde yo iba a salir. Por suerte, un oso gigante me protegia. Digo, que tenía que declararme, pero mi cuerpo temblaba como una gelatina azul humanoide en una serie animada más absurda que el propio pensamiento de una gelatina azul humanoide.
La única opción era pararme ahí mismo y esconderme detrás del oso, como un valiente.
—Nabi—