21/04/2017, 15:35
Tenía claro una cosa: las ferias le gustaban, pero las multitudes ya no tanto. Quería pararse a mirar las casetillas, sobre todo las de comida, pero el problema es que había tanta gente, que el apetito cada vez desaparecía más. Cuando paró en uno donde vendían pequeñas bolitas de pulpo, dos hombres se pusieron a ambos ladoes de la kunoichi y la forzaron a retirarse hacia atrás, ignorándola y obligándola a dejar la caseta.
Suspiró, resignada, y continuó con su pequeño paseo, pensando que lo mejor era irse del lugar, hasta que un oso gigante se interpuso en su camino.
El oso, de un color amarillo tirando a naranja con una camiseta roja como única prenda de roja era lo único que podía ver ahora mismo en su camino. Sus ojos, inertes de vida, parecían mirarla solo a ella, y su sonrisa estática era más agradable que las miradas de los demás en aquel momento. No pudo evitar formar una sonrisa al verlo, pero, ¿qué narices hacía allí un oso tan grande? ¿Algún niño lo habría perdido por su gran tamaño?
— Parece que tendré que llevarte conmigo y buscar a tu dueño. — Le sugirió al peluche a modo de broma, ignorando que detrás de él se encontrase alguien. Su intención era lo más buena posible: solo cargar el oso e ir por la feria hasta dar con un niño o niña que afirmase que ha perdido su gran oso.
Un buen acto antes de irse a casa.
Suspiró, resignada, y continuó con su pequeño paseo, pensando que lo mejor era irse del lugar, hasta que un oso gigante se interpuso en su camino.
El oso, de un color amarillo tirando a naranja con una camiseta roja como única prenda de roja era lo único que podía ver ahora mismo en su camino. Sus ojos, inertes de vida, parecían mirarla solo a ella, y su sonrisa estática era más agradable que las miradas de los demás en aquel momento. No pudo evitar formar una sonrisa al verlo, pero, ¿qué narices hacía allí un oso tan grande? ¿Algún niño lo habría perdido por su gran tamaño?
— Parece que tendré que llevarte conmigo y buscar a tu dueño. — Le sugirió al peluche a modo de broma, ignorando que detrás de él se encontrase alguien. Su intención era lo más buena posible: solo cargar el oso e ir por la feria hasta dar con un niño o niña que afirmase que ha perdido su gran oso.
Un buen acto antes de irse a casa.