22/04/2017, 12:05
Subir, bajar, subir, bajar. Eri no podía ya seguir la cuenta de cuantas veces se había sumergido en el agua y cuantas otras había salido a flote. Cada vez estaba más y más cansada y sus brazos, agarrotados ya de tanto movimiento casi en vano, le pesaban más con cada movimiento que hacía.
«Me hundo...»
Una idea pasó por su cabeza, y una de las veces que se sumergió tardó más en salir puesto que su mano izquierda ejecutó el sello de la liebre. Poco a poco se estaba formando un cubo de hielo a partir de su mano derecha, y cuando volvió a salir para tomar una bocanada de aire el cubo de hielo ya estaba formado. La pequeña se aferró a él con la esperanza de que éste no se hundiera, pues poco le quedaba ya bajo su manga.
«Por favor, mantente a flote...»
Necesitaba recomponerse, pero para ello lo que realmente necesitaba era que sus pulmones se llenasen de aire de nuevo.
«Me hundo...»
Una idea pasó por su cabeza, y una de las veces que se sumergió tardó más en salir puesto que su mano izquierda ejecutó el sello de la liebre. Poco a poco se estaba formando un cubo de hielo a partir de su mano derecha, y cuando volvió a salir para tomar una bocanada de aire el cubo de hielo ya estaba formado. La pequeña se aferró a él con la esperanza de que éste no se hundiera, pues poco le quedaba ya bajo su manga.
«Por favor, mantente a flote...»
Necesitaba recomponerse, pero para ello lo que realmente necesitaba era que sus pulmones se llenasen de aire de nuevo.