22/04/2017, 12:29
Aun contra el peluche gigante, la kunoichi se revolvió intentando levantarse lo más pronto posible hasta que escuchó una voz que le resultó demasiado familiar, la primera, claro, la segunda volvía a ser la voz artificial que le había puesto aquella persona al gran oso anaranjado de peluche que se alzaba delante.
— ¿Nabi-san? — Preguntó levantando la cabeza entre los brazos de aquel oso. — ¿Eres tú?
Con la mano izquierda levantó el brazo que la apresaba para intentar encontrarse con el cabello amarillo pollo del joven shinobi de su promoción y con el que había compartido bastantes aventuras ya.
— ¿Qué haces con un oso de peluche tan sumamente grande? — Preguntó frunciendo el ceño. De entre todas las preguntas que podría formular al joven, la más acertada en aquel momento era aquella, y aunque era conocedora —o lo suponía— de la respuesta, no podía dejar de repetirse en su mente aquella pregunta.
— ¿Nabi-san? — Preguntó levantando la cabeza entre los brazos de aquel oso. — ¿Eres tú?
Con la mano izquierda levantó el brazo que la apresaba para intentar encontrarse con el cabello amarillo pollo del joven shinobi de su promoción y con el que había compartido bastantes aventuras ya.
— ¿Qué haces con un oso de peluche tan sumamente grande? — Preguntó frunciendo el ceño. De entre todas las preguntas que podría formular al joven, la más acertada en aquel momento era aquella, y aunque era conocedora —o lo suponía— de la respuesta, no podía dejar de repetirse en su mente aquella pregunta.