24/04/2017, 15:39
Todo parecía marchar excelentemente ya que Eri se estaba riendo como loca por la multitud de tonterías dichas por mua, que significa mi, que soy yo. HASTA QUE paró de reirse, en seco, en cuanto le propusé que se quedara ella el oso. Estaba clara la situación, estaba viviendo con su novio secreto y no quería llevarse un peluche gigante de otro a la casa que compartían los dos, o peor, un oso secuestró a sus padres y los mató y ahora yo le había sugerido que se metiera un oso por la puerta de su casa. Conclusión, me va a odiar para siempre.
— Nabi-san, es muy amable por tu parte regalármelo, pero... ¡No hace falta sacarlo a pasear, ¿sabes? ¡Así que puedes quedártelo tú! ¡No te dará guerra! —
— Bueno... Si no quieres este regalo que yo quería darte desde el principio y por eso he estado tres ho... digo, un rato por aquí para conseguirtelo, pues nada. Ya lo quemaré en el Valle del Fin mientras va en una pequeña barca de madera hacia el acantilado mientras se escucha música triste de fondo. Seguro que Riko sabe tocar la flauta, pero una flauta de verdad, no una flauta de flautear.
Tras decir eso, me quedé mirando al horizonte mientras en mi mente se grababa la imagen de la embarcación alejandose con el oso ardiendo encima de ésta, y la música triste de fondo, más triste aún de lo mucho que desafinaba Riko. Y yo, con la vista clavada en las llamas y una lágrima se resbalaba por el acantilado de mis mejillas, como iba a hacer el pobre Eham por el acantilado de la vida.
— Pero no te preocupes, dile al otro que tiene mucha suerte y siento lo del secuestro.
Pasaría el brazo por el cuello del oso y lo arrastraría lentamente hasta desaparecer de la calle, para siempre, el oso, yo tardé o temprano tendría que aparecer por esa calle. Me iría a menos que alguien me detuviese.
— Nabi-san, es muy amable por tu parte regalármelo, pero... ¡No hace falta sacarlo a pasear, ¿sabes? ¡Así que puedes quedártelo tú! ¡No te dará guerra! —
— Bueno... Si no quieres este regalo que yo quería darte desde el principio y por eso he estado tres ho... digo, un rato por aquí para conseguirtelo, pues nada. Ya lo quemaré en el Valle del Fin mientras va en una pequeña barca de madera hacia el acantilado mientras se escucha música triste de fondo. Seguro que Riko sabe tocar la flauta, pero una flauta de verdad, no una flauta de flautear.
Tras decir eso, me quedé mirando al horizonte mientras en mi mente se grababa la imagen de la embarcación alejandose con el oso ardiendo encima de ésta, y la música triste de fondo, más triste aún de lo mucho que desafinaba Riko. Y yo, con la vista clavada en las llamas y una lágrima se resbalaba por el acantilado de mis mejillas, como iba a hacer el pobre Eham por el acantilado de la vida.
— Pero no te preocupes, dile al otro que tiene mucha suerte y siento lo del secuestro.
Pasaría el brazo por el cuello del oso y lo arrastraría lentamente hasta desaparecer de la calle, para siempre, el oso, yo tardé o temprano tendría que aparecer por esa calle. Me iría a menos que alguien me detuviese.
—Nabi—