24/04/2017, 18:59
«¿Me lo quería dar desde el principio?»
Nabi comenzó a hablar de forma incansable, dando una explicación a la joven que dejó más curiosa que anonadada. ¿Qué era eso de que quería darle el regalo desde el principio? Entonces, ¿lo había conseguido para ella, sin ningún motivo? Lo último que pronunció de aquel parrafazo logró hacer que de su cara se borrase el ceño medio fruncido para dar paso a una sonrisa bastante amplia, y una risa casi imperceptible se escapó por entre sus dientes.
Ajena a todo lo que se estaba debatiendo dentro de la retorcida y caótica mente del rubio, Eri estaba dispuesta a aceptar el regalo si él le explicaba el por qué de hacer todo el esfuerzo que suponía conseguirlo solo por regalarle algo a ella, así que cuando quiso responder que sí que lo aceptaba antes de que él se fuera, escuchó:
— Pero no te preocupes, dile al otro que tiene mucha suerte y siento lo del secuestro.
— ¿Disculpa? — Preguntó arqueando una ceja. — ¿Qué otro? ¿Qué secuestro? — Volvió a preguntar, en orden, todo lo que su mente no lograba procesar. — No entiendo por qué te has molestado tanto en conseguirme un oso gigante, pero... — Giró la cabeza despacio, desviando la mirada un tanto nerviosa. — Es todo un detalle, Nabi-san, si no te importa, me gustaría quedarme a Eham-chan. — Terminó con una gran sonrisa tomando el brazo del oso, moviéndolo de forma que rozase la mejilla del rubio.
— No te preocupes que yo me quedo con ella — Intentó imitar la voz del oso que Nabi había logrado minutos antes mientras restregaba su brazo por toda su cara, intentando que el Senju dejase de presentar aquella cara larga que se le había quedado.
Nabi comenzó a hablar de forma incansable, dando una explicación a la joven que dejó más curiosa que anonadada. ¿Qué era eso de que quería darle el regalo desde el principio? Entonces, ¿lo había conseguido para ella, sin ningún motivo? Lo último que pronunció de aquel parrafazo logró hacer que de su cara se borrase el ceño medio fruncido para dar paso a una sonrisa bastante amplia, y una risa casi imperceptible se escapó por entre sus dientes.
Ajena a todo lo que se estaba debatiendo dentro de la retorcida y caótica mente del rubio, Eri estaba dispuesta a aceptar el regalo si él le explicaba el por qué de hacer todo el esfuerzo que suponía conseguirlo solo por regalarle algo a ella, así que cuando quiso responder que sí que lo aceptaba antes de que él se fuera, escuchó:
— Pero no te preocupes, dile al otro que tiene mucha suerte y siento lo del secuestro.
— ¿Disculpa? — Preguntó arqueando una ceja. — ¿Qué otro? ¿Qué secuestro? — Volvió a preguntar, en orden, todo lo que su mente no lograba procesar. — No entiendo por qué te has molestado tanto en conseguirme un oso gigante, pero... — Giró la cabeza despacio, desviando la mirada un tanto nerviosa. — Es todo un detalle, Nabi-san, si no te importa, me gustaría quedarme a Eham-chan. — Terminó con una gran sonrisa tomando el brazo del oso, moviéndolo de forma que rozase la mejilla del rubio.
— No te preocupes que yo me quedo con ella — Intentó imitar la voz del oso que Nabi había logrado minutos antes mientras restregaba su brazo por toda su cara, intentando que el Senju dejase de presentar aquella cara larga que se le había quedado.