24/04/2017, 20:00
Akame soltó una suave carcajada al ver cómo su compañera kunoichi se sobresaltaba, sorprendida, ante la cara de pocos amigos de Pangoro. El Uchiha ya conocía al hostelero y su mal carácter, pero entendía que a Eri le hubiese resultado tan chocante. «Quizás debí avisarle de eso», pensó entre risas.
—No te preocupes, Eri-san. El dueño tiene cara de pocos amigos, pero su cocinero es un maestro en los fogones, las habitaciones son limpias y las camas muy cómodas.
»Creo que podríamos permitirnos el lujo de pasar la noche —contestó luego, pensativo—. Me muero por un estofado en condiciones.
Dicho aquello, Akame se acercó a la mesa del recibidor y, con su más pacífica sonrisa, saludó a Pangoro.
—Buenas noches, señor. Mi nombre es Uchiha Akame, y ella es mi compañera Furukawa Eri. Quisiéramos dos habitaciones para esta noche.
El aludido se incorporó ligeramente —incluso sentado era increíblemente enorme— y, tras mirar de arriba a abajo a los dos jóvenes, sacó de uno de los cajones de la mesa un formulario y dos bolígrafos, y se los extendió a los gennin. Los campos a rellenar eran bastante simples —algunos datos personales, fecha de entrada y salida, firma—. Akame tomó uno de los bolígrafos y completó su formulario con letra pulcra y buena caligrafía.
—Listo por aquí —dijo finalmente, devolviéndole el formulario a Pangoro.
—Serán cincuenta ryos por habitación, la cena se paga aparte —contestó el inmenso dueño.
—¡Con gusto! Ya quiero volver a probar su famoso estofado. Eri-san, ¿vamos? —interpeló Akame a su compañera mientras se colgaba la mochila y echaba un vistazo al comedor en busca de alguna mesa vacía.
—No te preocupes, Eri-san. El dueño tiene cara de pocos amigos, pero su cocinero es un maestro en los fogones, las habitaciones son limpias y las camas muy cómodas.
»Creo que podríamos permitirnos el lujo de pasar la noche —contestó luego, pensativo—. Me muero por un estofado en condiciones.
Dicho aquello, Akame se acercó a la mesa del recibidor y, con su más pacífica sonrisa, saludó a Pangoro.
—Buenas noches, señor. Mi nombre es Uchiha Akame, y ella es mi compañera Furukawa Eri. Quisiéramos dos habitaciones para esta noche.
El aludido se incorporó ligeramente —incluso sentado era increíblemente enorme— y, tras mirar de arriba a abajo a los dos jóvenes, sacó de uno de los cajones de la mesa un formulario y dos bolígrafos, y se los extendió a los gennin. Los campos a rellenar eran bastante simples —algunos datos personales, fecha de entrada y salida, firma—. Akame tomó uno de los bolígrafos y completó su formulario con letra pulcra y buena caligrafía.
—Listo por aquí —dijo finalmente, devolviéndole el formulario a Pangoro.
—Serán cincuenta ryos por habitación, la cena se paga aparte —contestó el inmenso dueño.
—¡Con gusto! Ya quiero volver a probar su famoso estofado. Eri-san, ¿vamos? —interpeló Akame a su compañera mientras se colgaba la mochila y echaba un vistazo al comedor en busca de alguna mesa vacía.