26/04/2017, 18:42
Al final, el oso que de momento había perdido el nombre de Eham se quedaba con ella, «Al menos tendré compañía cuando Ryu no esté...» pensó la joven de forma positiva.
Lo que de nuevo no se esperaba, era que Nabi volviese a lanzarle otro piropo tan directo. Vale que en su época de la academia mucho de los chicos dijesen cosas parecidas, pero a Nabi nunca le había tomado en serio, también porque nunca había hablado con él lo suficiente como para tomar confianza y tomarlo en serio de verdad.
Aunque el aire que tenía le decía que todo lo que soltaba por su boca podía ser mentira, o broma.
Además, lo de la altura quizá era una puya, pero bueno, que tampoco se lo tenía mucha en cuenta, ya que al menos había pensado en ella.
— Gracias, Nabi-san. — Alegó mientras se quitaba el peluche de arriba para colocarlo en su espalda y poder cargarlo con facilidad, aunque el cansancio de aquel día hizo que trastabillase un poco. — Mañana tengo una misión importante, ¿sabes? — Le confesó mientras sonreía. — Espero que Booh me ayude esta noche a mirar mapas del País de la Lluvia para prepararme.
Miró hacia la calle repleta de gente y suspiró, luego volvió a mirar a Nabi, le habría gustado quedarse más y charlar con él, siendo uno de los pocos amigos con los que había compartido momentos especiales; pero el deber era lo primero, y si no se marchaba ya no podría estudiar lo que quería.
— Creo que debo irme ya a casa, Nabi-san; pero muchas gracias por el regalo, me ha alegrado mucho. — Sus palabras eran sinceras, al igual que la sonrisa que adornaba su rostro. — Espero que podamos coincidir otra vez, pronto.
Esperó a que Nabi hablase, quizá para retenerla un poco más y que se olvidase unos segundos de que se pasaría la noche en vela leyendo mapas gigantescos.
Lo malo es que el oso pesaba.
Lo que de nuevo no se esperaba, era que Nabi volviese a lanzarle otro piropo tan directo. Vale que en su época de la academia mucho de los chicos dijesen cosas parecidas, pero a Nabi nunca le había tomado en serio, también porque nunca había hablado con él lo suficiente como para tomar confianza y tomarlo en serio de verdad.
Aunque el aire que tenía le decía que todo lo que soltaba por su boca podía ser mentira, o broma.
Además, lo de la altura quizá era una puya, pero bueno, que tampoco se lo tenía mucha en cuenta, ya que al menos había pensado en ella.
— Gracias, Nabi-san. — Alegó mientras se quitaba el peluche de arriba para colocarlo en su espalda y poder cargarlo con facilidad, aunque el cansancio de aquel día hizo que trastabillase un poco. — Mañana tengo una misión importante, ¿sabes? — Le confesó mientras sonreía. — Espero que Booh me ayude esta noche a mirar mapas del País de la Lluvia para prepararme.
Miró hacia la calle repleta de gente y suspiró, luego volvió a mirar a Nabi, le habría gustado quedarse más y charlar con él, siendo uno de los pocos amigos con los que había compartido momentos especiales; pero el deber era lo primero, y si no se marchaba ya no podría estudiar lo que quería.
— Creo que debo irme ya a casa, Nabi-san; pero muchas gracias por el regalo, me ha alegrado mucho. — Sus palabras eran sinceras, al igual que la sonrisa que adornaba su rostro. — Espero que podamos coincidir otra vez, pronto.
Esperó a que Nabi hablase, quizá para retenerla un poco más y que se olvidase unos segundos de que se pasaría la noche en vela leyendo mapas gigantescos.
Lo malo es que el oso pesaba.