26/04/2017, 19:13
Eri-sama hizo gala de su inmensa fuerza y destreza cogiendo al oso y cargandoselo en la espalda como si cargara osos de peluche todos los días, desde luego no tenía un punto debil, era todoterreno y todocargable.
— Gracias, Nabi-san. —
— No hay de qué, Eri-chan.
Fue el sabor agridulce de mi boca lo que me impidió soltarle un "Gracias a ti por hacer del mundo un lugar soportable para mi solitario corazón, Eri-hime", ya que a pesar de sus palabras de agradecimiento, seguía llamandome -san. Yo solo era uno más para ella. Lógico, que era un peón cualquiera para la Reina de Reinas, la Diosa de Diosas. Pues era un peón.
— Mañana tengo una misión importante, ¿sabes? Espero que Booh me ayude esta noche a mirar mapas del País de la Lluvia para prepararme.
Ese sabor agridulce me iba a acompañar durante el resto de la velada al parecer, me alegraba de que tuviera una misión imporante pero el País de la Lluvia... Ni se me ocurría intentar detenerla aunque quisiese, yo soy un shinobi y ella una kunoichi, iremos y haremos lo que nos pida la misión. Intenté disipar esa niebla de mal fario de mi mente y centrarme en lo bueno. Así que con una sonrisa le dije:
— Eso es genial, Eri-chan. Una misión importante cuando solo somos genins, eres realmente impresionante.
— Creo que debo irme ya a casa, Nabi-san; pero muchas gracias por el regalo, me ha alegrado mucho. Espero que podamos coincidir otra vez, pronto.
— Sí, yo tambien deberia irme — a llorar a una esquina. — Tengo que hacer cosas, cosas shinobi. — ahorcarme con hilo shinobi, por ejemplo. — Cuando quieras ya me enseñaras a usar la kodachi, que ya debes de ser una experta.
Mi mente estaba en pausa, esperando a reaccionar a sus palabras porque no tenía nada que quisiera procesar en ese momento.
— Gracias, Nabi-san. —
— No hay de qué, Eri-chan.
Fue el sabor agridulce de mi boca lo que me impidió soltarle un "Gracias a ti por hacer del mundo un lugar soportable para mi solitario corazón, Eri-hime", ya que a pesar de sus palabras de agradecimiento, seguía llamandome -san. Yo solo era uno más para ella. Lógico, que era un peón cualquiera para la Reina de Reinas, la Diosa de Diosas. Pues era un peón.
— Mañana tengo una misión importante, ¿sabes? Espero que Booh me ayude esta noche a mirar mapas del País de la Lluvia para prepararme.
Ese sabor agridulce me iba a acompañar durante el resto de la velada al parecer, me alegraba de que tuviera una misión imporante pero el País de la Lluvia... Ni se me ocurría intentar detenerla aunque quisiese, yo soy un shinobi y ella una kunoichi, iremos y haremos lo que nos pida la misión. Intenté disipar esa niebla de mal fario de mi mente y centrarme en lo bueno. Así que con una sonrisa le dije:
— Eso es genial, Eri-chan. Una misión importante cuando solo somos genins, eres realmente impresionante.
— Creo que debo irme ya a casa, Nabi-san; pero muchas gracias por el regalo, me ha alegrado mucho. Espero que podamos coincidir otra vez, pronto.
— Sí, yo tambien deberia irme — a llorar a una esquina. — Tengo que hacer cosas, cosas shinobi. — ahorcarme con hilo shinobi, por ejemplo. — Cuando quieras ya me enseñaras a usar la kodachi, que ya debes de ser una experta.
Mi mente estaba en pausa, esperando a reaccionar a sus palabras porque no tenía nada que quisiera procesar en ese momento.
—Nabi—