26/04/2017, 19:25
Cuando Eri terminó de hablar, Akame todavía tenía los ojos fijos en la bandana que ella sostenía con su mano. No podía evitar sentir empatía por el viejo hostelero, por la ruina que debía haber supuesto arreglar semejante destrozo y por las quemaduras, deformidades, que llevaría el resto de su vida en todo su cuerpo. Trató de imaginar cómo había sido la pelea... «Tremendamente desequilibrada, claro». Era la conclusión obvia. Un ninja contra un civil. «Pudo haber sido una masacre...», pensó. Y tenía razón.
¿Quién vigilaba a los vigilantes? En ese momento recordó al historia que su compañero Ralexion le había contado no hacía mucho, mientras disfrutaban de los baños termales de Yugakure. Uchiha Ralexion, el antiguo caudillo Uchiha del que había tomado nombre, decidió en su tiempo servir a un sólo señor con la esperanza de que éste trajese la paz al unificar todo Oonindo bajo su estandarte. Recordó también otras leyendas Uchiha, relatos de gloriosas batallas y gestas imposibles, de grandes enemigos que caían derrotados, sus tierras saqueadas y quemadas hasta los cimientos. Y pensó en el viejo Pangoro, con el cuerpo lleno de deformidades.
Las palabras de Eri lo sacaron de sus pensamientos. Akame se dio cuenta de que la chica observaba al borracho de la sala, que ahora se había levantado y cantaba una canción apenas inteligible en sus ebrios labios.
—Algunas personas encuentran el coraje que les falta en el fondo de una botella —respondió el Uchiha—. Mi padre siempre me decía que hay una bestia dentro de cada hombre, y que sale afuera cuando pones una espada en su mano.
»Desde que soy ninja, no puedo sino darle la razón. Aunque creo que también aplica a algunas mujeres.
¿Quién vigilaba a los vigilantes? En ese momento recordó al historia que su compañero Ralexion le había contado no hacía mucho, mientras disfrutaban de los baños termales de Yugakure. Uchiha Ralexion, el antiguo caudillo Uchiha del que había tomado nombre, decidió en su tiempo servir a un sólo señor con la esperanza de que éste trajese la paz al unificar todo Oonindo bajo su estandarte. Recordó también otras leyendas Uchiha, relatos de gloriosas batallas y gestas imposibles, de grandes enemigos que caían derrotados, sus tierras saqueadas y quemadas hasta los cimientos. Y pensó en el viejo Pangoro, con el cuerpo lleno de deformidades.
Las palabras de Eri lo sacaron de sus pensamientos. Akame se dio cuenta de que la chica observaba al borracho de la sala, que ahora se había levantado y cantaba una canción apenas inteligible en sus ebrios labios.
—Algunas personas encuentran el coraje que les falta en el fondo de una botella —respondió el Uchiha—. Mi padre siempre me decía que hay una bestia dentro de cada hombre, y que sale afuera cuando pones una espada en su mano.
»Desde que soy ninja, no puedo sino darle la razón. Aunque creo que también aplica a algunas mujeres.