26/04/2017, 19:34
«Sabias palabras» Pensó la joven admirada por lo que acababa de decir el Uchiha. Según el padre de Akame —que parecía ser bastante sabio a los ojos de la kunoichi—, seguramente no todos los hombres, si no tanto hombres como mujeres podían cumplir aquello. La kunoichi suspiró y se colocó la bandana de nuevo en su lugar.
— Tu padre parece ser un hombre muy sabio. — Sus ojos se posaron en los del moreno, sin saber muy bien qué decir en aquellos momentos. — Mi padre podría ser un ejemplo de ello. — Esto último lo dijo en voz baja, mientras desviaba la mirada hacia sus piernas, donde reposaban ahora sus manos cerradas en puños.
Recordaba poco de su pasado, sobre todo hechos en los que su hermano y ella se divertían juntos, su madre había muerto antes de que ella tuviese uso de razón y su padre, que idolatraba cuando era una niña pequeña, después de que sopesase sus acciones había sido un hombre horrible, vil, maltratador sin escrúpulos, que un día pagó por todos sus pecados de una forma que Eri todavía desconocía.
— Me alegro de que al menos todo pudiera salir adelante. — Fue lo último que agregó al tema de Pangoro, una vez subió la cabeza para mirar al chico a los ojos. — Y espero que la cocina sea excelente, tal y como me has dicho, ¡me muero de hambre!
Ese fue su intento de cambiar de tema, por no saber qué añadir, ni qué contestar.
— Tu padre parece ser un hombre muy sabio. — Sus ojos se posaron en los del moreno, sin saber muy bien qué decir en aquellos momentos. — Mi padre podría ser un ejemplo de ello. — Esto último lo dijo en voz baja, mientras desviaba la mirada hacia sus piernas, donde reposaban ahora sus manos cerradas en puños.
Recordaba poco de su pasado, sobre todo hechos en los que su hermano y ella se divertían juntos, su madre había muerto antes de que ella tuviese uso de razón y su padre, que idolatraba cuando era una niña pequeña, después de que sopesase sus acciones había sido un hombre horrible, vil, maltratador sin escrúpulos, que un día pagó por todos sus pecados de una forma que Eri todavía desconocía.
— Me alegro de que al menos todo pudiera salir adelante. — Fue lo último que agregó al tema de Pangoro, una vez subió la cabeza para mirar al chico a los ojos. — Y espero que la cocina sea excelente, tal y como me has dicho, ¡me muero de hambre!
Ese fue su intento de cambiar de tema, por no saber qué añadir, ni qué contestar.